The Fisher King (1991)

SINOPSIS: En la imponente Nueva York actual, Jack Lucas ejerce su oficio de locutor de radio. Es un hombre que no puede evitar sentir cierto desprecio por el género humano. Esta negativa postura se deja entrever mientras realiza su programa lo que le hace ganarse la enemistad de los oyentes. Un día, inconscientemente, anima a uno de sus fans a destruir un restaurante. El psicópata dispara y mata a personas inocentes que se encontraban dentro. Impresionado por el suceso, Jack cae en una larga depresión, se aparta de su novia y trata de paliar la situación con el abuso del alcohol. Cuando ha tocado fondo, decide ir al río y suicidarse. En el último momento Parry, un enajenado y ocurrente mendigo, logra rescatarlo. Parry es un ex profesor de historia medieval, amnésico y traumatizado por la pérdida de su mujer que le vaticina a Jack que está predestinado a llevar a cabo grandes acciones. Todo lo que debe hacer es buscar con él el Santo Grial, que se encuentra en alguna parte de Manhattan. Jack emprende la búsqueda del Grial junto al mendigo y se da cuenta que su salvación pasa por salvar primero al propio Parry.

A primera vista no parece ser gran cosa esta película aunque luego sea la repanocha. Una más del loco ese de los Monthy Python dirían algunos, algunos seres sin neuronas claro. Qué hablamos de Terry Gilliam, coño!. Mi película favorita de Gilliam para ser exactos. En ella habitan todas las características del cine del bueno de Terry: un cuento fantástico y visualmente acojonante con la ironía y el humor extravagante por bandera donde sus protagonistas, gente normal, no sabe si lo que sucede es real o no, no saben si están cuerdos o la locura se ha apoderado de ellos. Cuenta, como no, con gente habitual en sus films. Está Plummer pero no Christopher sino Amanda, su hija. Está Tom Waits, como no. Y la pareja protagonista es de lujo. Por un lado tenemos a Robin Williams reivindicando lo gran actor que es cuando le viene en gana, aquí lo borda como Parry, por otro lado tenemos al brutal Jeff Bridges dominando el cotarro. Ambos se marcan un dúo interpretativo que quita el hipo. Un espectáculo sin igual. La historia no tiene precio y el trabajo que hace Gilliam para adaptar “eso” a la pantalla sin que nada parezca extraño ni forzado es insuperable, dejándonos además de vez en cuando ese sello visual característico como el del “caballero rojo” o ese precioso baile que se marca la muchachada en la estación de ferrocarril cuando Parry encuentra a Lydia. No falta el humor, el humor de los Python claro, es memorable la escena donde el mendigo gay se marca un actuación de music hall en el trabajo de Lydia para entregarle el premio de 10 películas gratis del videoclub donde trabaja Jack (Bridges). Pero detrás de una película que roza en muchas ocasiones el drama, lo trágico y lo cómico, con ciertos elementos fantásticos que nos despistan para no captar del todo la soledad que atrapa a los protagonistas hay una búsqueda del amor. En realidad “El rey pescador” es una película romántica, al menos bajo mi punto de vista, es seguramente una de mis películas románticas favoritas. Ahora mismo son las dos de la madrugada y acabo de verla. Estoy francamente feliz y solo puedo susurrar una cosa: “I like New York in June, how about you? I like a Gershwin tune, how about you? I love a fireside when a storm is due. I like potato chips, moonlight and motor trips, how about you?.....

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