God save the Taj Mahal's blues!

Si preguntamos a la muchachada sobre las grandes figuras del blues del siglo veinte con total seguridad siempre saldrán a relucir los mismos nombres y para los más comercialoides predominará el blues blanco de por ejemplo “mano lenta” Clapton. Los nombres que salen, salen con total merecimiento. Dios me libre de decir que Clapton está sobrevalorado, además Clapton is God!, sin ir más lejos ayer a la noche disfruté de ese clásico nikochiano que es “461 Ocean Boulevard”. Un discazo antológico de esos que te dejan en éxtasis para días. Obra maestra. Pero no sólo de Clapton vive el blues, no hay que olvidarse de Ry Cooder, de Stevie Ray Vaughan, de Mayal, Beck, etc, etc, pero al final todos beben de lo mismo, beben del blues de Mississippi y toman lecciones de Robert Johnson. Un alumno aventajado de todo esto que hablo y además un negrata de esos que si te lo encontrases por la calle a la noche te acojonaría para días es el casi siempre olvidado Taj Mahal. Henry Saint Clair Fredericks nació en New York un 17 de mayo de 1942, de padre indígena y madre afromamericana que inculcan a su hijo su desmesurada pasión por la música con lo que antes de los quince años Henry (Taj) ya toca él solito la guitarra, el piano, el bajo, el órgano, la mandolina, chelo, salterio, flautín, la armónica, kalimba, el vibráfono.., vamos, lo que le salga de los mismísimos. Su pasión por el blues y el folk no tarda en aflorar pero su influencia indígena hace que le dé un toque especial a su blues, un toque hawaiano, algo difícil de explicar que le hace diferente al resto. Pronto utiliza el sobrenombre de Taj Mahal por su obsesión con Ghandi y esos mundos lejanos, y con ese nombre se queda para llevar su vida artística ligada a la música. 1968 es un gran año para Taj, dará a luz dos magníficos discos que nadie debería dejarse en el tintero y su aparición como estrella invitada al Rock’nRoll Circus de los Stones le proporciona una publicidad y popularidad instantánea, claro que si los discos “The Natch’l Blues” y “Taj Mahal” no fuesen cojonudos todo hubiese quedado en nada, pero claro, con esos discos bajo el brazo casi el compartir cartel con los Stones, Lennon, los Tull y los Who queda en mera anécdota. De Taj Mahal podemos siempre recomendar algún que otro recopilatorio al uso, y la verdad que la doble compilación de “Essential” no está nada mal, pero para seros sinceros creo que si nos hacemos con estos dos discos de 1968 andamos más que listos.

Para el debut “Taj Mahal” contó con la inestimable ayuda de Ry Cooder (ya se pueden santiguar, ya) y en él encontramos composiciones propias, ajenas y tradicionales, pero en todas ellas se respira blues y la guitarra de Taj brilla por sí misma. Ni un pero se le puede poner a esta obra maestra. El enamoramiento hacía la música de Taj es instantáneo si escuchas este disco por primera vez y comienzas con “Leaving Trunk” que es la repanocha en verso, un temazo de la ostia que marca por donde irá el disquito, claro que luego tenemos el clásico “Statesboro blues”, la genial “Cheking up on my baby”, la hendrixiana “Diving duck blues” y esa maravilla de casi nueve minutos que cierra el disco y que lleva por título “The celebrated walking blues”. Un lujo de disco que deberíais tener para ayer.

El mismo año como dije participa en el “Circus” de Jagger & Richards, aparece un disco de blues llamado “Blues” y aparece su segundo disco, y es que antes era habitual sacar dos discos el mismo año (o tres) no como ahora que hay que esperar como mínimo dos años para ver material nuevo de casi todos los grupos y es que aunque no viene a cuento antes los músicos tenían que sacar discos, singles, hacer giras y no parar de viajar y ganarse la vida “on the road”, todo eso cambió con los grandes contratos de las multinacionales y la Mtv, los músicos se acomodaron, se prejubilaron y ahora, claro, que la industria y el público han dado un cambio radical, la gente vuelve a consumir “singles” aunque digitales para el ipod, que el youtube acabó con la Mtv y debido a la facilidad para conseguir los discos legalmente o no, a las bandas no les queda otra que aumentar su creatividad, su producción y volver a girar, es decir “on the road again”, pero ese es otro tema pues en aquella época eso estaba más que claro y Taj lo sabía por eso en el 68 saca tres discos y de esa fecha al 71 ya lleva cinco a sus espaldas. Pero volviendo al tema que me pierdo, su segundo disco “The Natch’l Blues” es la repera. La presencia de temas propios predomina en el disco, John Enstwile y Gary Gilmour participan en él, y hay ecos a Ottis Reddin en ocasiones y un saborcillo a Spencer Davis Group. Hay también deliciosas canciones como “Good morning miss Brown”, “Corrina”, “Going up the country..”, y “You don’t miss your water”. Ah! Lujazo!!! Y nada más, creo que conseguí lo que pretendía que no era otra cosa que reivindicar la figura de Taj Mahal y de alguna forma pedirle disculpas por tenerle tan abandonado en la isla. God save de Taj Mahal's blues!

5 comentarios:

  1. Una vez santiguado, te felecito por tu post,dicho y echo.Taj esun pedazo de musico, estos dos discos son obligatorios!
    Un abrazo

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  2. grande, yo solo tengo un recopilatorio. Voy a por estos dos ya que los recomiendas tan efusivamente..
    saludos,

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  3. Mis más sinceras felicitaciones por tu post: lo consulto cada semana. Os apunto tres discos que son muy buenos y demuestran la versatilidad de este maestro
    -Mo' Roots: después de Natchez el más conocido
    -In progress & in motion 1965-1998 (3cd): la mejor recopilación
    - and the Hula Blues Band: Hanapepe Dream: rollo hawaiano, onda "yellow roses" de chicken skin music del gran ryland cooder

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  4. Muchas gracias Anónimo, toma buena nota y espero que sigas pasándote por la isla. Cuantos más seamos mejor. Saludos y gracia por leerme, eso siempre da ánimos.

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