Clásicos nikochianos: THE QUEEN IS DEAD (1986)

Seguramente soy muy injusto con el grupo de Johnny Marr y Morrisey, tal vez a veces peco de soberbia rockera y los desmitifico sin piedad alguna debido a mi gusto por los grandes grupos clásicos de final de los sesenta principios de los setenta, los he tachado a menudo de sobrevalorados pero la verdad verdadera es que The Smiths son pieza angular de la música del siglo pasado, son básicos para entender la evolución del pop actual y concretamente del pop británico, y sin duda son lo mejorcito de la época ochentera. Cuando apareció “The Queen Is Dead” en 1986 ya habían sorprendido con su álbum de debut “The Smiths” que contaba con dos obras maestras “The Charming Man” (mi favorita) y “Hand In Glove”, un discazo. No así su segundo trabajo “Meat Is Murder” mas bien flojito a pesar de contar con “How Soon Is Now?” una verdadera joya. Fue en 1986 cuando el grupo de Manchester nos regala ese disco atemporal que es sin duda “The Queen Is Dead”, tal vez el mejor disco de The Smiths, tal vez lo mejor que ha hecho Morrisey, y tal vez con el disco tocaron el cielo pero también sin querer se pusieron fecha de caducidad, a este disco le siguió un mas que aceptable “Strangeways, Here We Come” y un concierto, “Rank” normalito, totalmente prescindible. Y fin de la banda. Morrisey emprende una carrera en solitario mas que digna, aunque la verdad no es del todo de mi agrado pero desde luego no seré yo quién diga que el tipo no es un genio. Marr se enreda en mil y un proyectos diferentes que en realidad no le llevan a ningún sitio, una pena, su forma de tocar la guitarra es exquisita y única. “The Queen Is Dead” comienza con la canción que da nombre al disco, tiene un ritmo endiablado y la voz de Morrisey comienza a cabalgar dulce y sádica como sólo él sabe hacer, la guitarra de Marr se deja notar y se impone en este primer corte. El segundo tema está cargado de humor, “Frankly, Mr. Shankly” que parece una carta de renuncia de un trabajador es en realidad un mensaje oculto al jefazo de Rouge Trade, y es que además de la voz de Morrisey y la guitarra de Marr hay que estar muy atentos a las letras de estos muchachos. “I Know It’s Over” es un tema largo donde Morrisey se luce, melancólico y romántico, triste y sombrío, marca de la casa, realmente bueno. Le sigue “Never Had No One Ever” que sigue por la misma línea, algo decadente e hipnótica, pero lo mejor está por llegar, “Cementery Gates” con ese pop inglés acústico tan lleno de vitalidad, un mini clásico al que le sigue el temazo “Bigmouth Strikes Again” que fue el single de presentación del disco, es pura dinamita, suena fresco después de veinte años y cada vez que lo escucho me vuelvo absolutamente loco, una maravilla como hay pocas que inicia una cara b de verdadero escándalo, “The Boy With The Torn In His Side”, otra pieza clave en The Smiths que fija el sonido del grupo, ese sonido de pop vital es un clasicazo instantáneo, peazo tema que nos lleva en volandas al ritmo rockabilly de “Vicar In A Tutu” que sorprende en un disco de por sí sorprendente, pero llega el momento de la mejor canción del disco, qué digo, de los Smiths, hablo de “There Is A Light That Never Goes Out”, mágica, perfecta, un Morrisey en estado de gracia, esa voz se mete en tu cerebro y no te abandonará durante tu existencia, y desde luego la guitarra de Marr es perfecta, creó escuela, creó un estilo, una forma de hacer pop inglés, la combinación de ambos da lugar a una obra maestra de cuatro minutos, absolutamente imprescindible. El disco cierra con "Some Girls Are Bigger Than Others", un tremendísimo tema que te invita a volver a escuchar el álbum de principio a fin y que completa esa cara b de lujo, tal vez de las mejores caras b’s de la historia, una cara b de uno de los mejores discos de la historia o al menos de un auténtico clásico, un clásico nikochiano.

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