La primera temporada encantó a unos pocos y enfadó a otros muchos. La etiqueta que se colocaba a todas las series como sustitutas de Juego de Tronos no le hacía ningún bien a esta Britannia. Ni es ni lo quiere ser. La personalidad propia de la serie y su libre camino sin compararse a nada le favorecen pero el público, tal vez, no lo entendió así y vio un ejercicio fallido en el producto que distribuye HBO pero que es fruta de su alianza con Sky. A mi sí me gustó. Su ambientación, su trama, sus actuaciones, sus personajes y su espectacular banda sonora. Personalmente me quedé con ganas de más y de saber cual era la profecía... Así que la llegada de esta segunda temporada, después de estar en el alambre, me ha sentado de lujo. Creo que es mucho mejor que la primera o al menos al mismo nivel, pero el que no tenga que presentar más personajes, el que el público ya sepa de que va todo y no tenga que ponernos en situación facilita las cosas y hacen que la historia fluya. La profecía se va cumpliendo, la elegida aprendiendo, Aulus Platius o el mismísimo demonio interpretado de manera excelente por David Morrisey sigue su plan, mientras que Veran (brutal Mackenzie Crook) se topa con su hermano muerto, con Harka que también tiene un plan que se nos va desvelando poco a poco... Claro que la serie, el guión, tiene altibajos, no es la serie perfecta ni la serie top, pero claro, las interpretaciones son sobresalientes, hay tanta calidad que todo lo otro se olvida. Además, tanto vestuario como ritmo, como fotografía y esa lisérgia constante engatusa de lo lindo, aderezado con ese toque de humor británico que tanto me gusta. Aún no es segura la presencia de una tercera temporada, supongo que sí la habrá visto lo visto, y un servidor la esperará con ansia y con muchas más ganas. Y qué le jodan a Júpiter!
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