Reunir en una miniserie a Michael Douglas y Alan Arkin debería ser razón suficiente para no perderse tal artefacto. Más aún si sabemos que detrás de la serie encontramos a Chuck Lorre, haciendo un pequeño desvío hacia tragicomedia y dejándose de barbaridades como en "Dos hombre y medio" o tontunadas freak como en "Big Band Theory". Que dicha miniserie conste de ocho episodios y que estos no lleguen a la media hora también es una razón de peso, y si además añadimos los cameos de amigos como Danny DeVito, Susan Sullivan, Nancy Travis, Sarah Baker, Ann-Margret, Lisa Edelstein... El tono de la serie es claramente deudor del maestro Larry David. Tiene cierto toque indie, una mezcla extraña entre algo de Woody Allen y Jerry Seinfield. Esos diálogos absurdos en cafeterías... son una delicia. Luego están Douglas y Arkin, que ciertamente lo bordan. Son unos nuevos viejos gruñones. Darían sin duda el perfil para tomar el testigo de Lemmon y Matthau. Por ahí van sus personajes, su relación y su amistad. Douglas es Sandy Lominsky, un actor viejuno casi acabado que se dedica a dar clases de interpretación, y Arkin es Norman Newlander, su manager de toda la vida que recientemente se ha quedado viudo.... Y de eso va la serie, de la relación de ambos, de la vejez, la soledad y la familia... Una especie de "Grace y Frankie"... Maravillosa y carismática. No se la pierdan.
Me ha gustado mucho, se pasa enun plis. Lastima no sean mas capitulos.
ResponderEliminarMe pongo con ella en cuanto acabe Seven Days. Buenas sensaciones leyéndote.
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