La casa de Jack (2018)


Hace ya mucho tiempo que Lars Von Trier dejó de sorprenderme aunque nunca haya dejado de incomodarme. "Rompiendo las Olas", "Bailar en la oscuridad", "Los Idiotas", "Dogville", "Melancolía".... Bueno, sólo con esas cinco ya se ganó un lugar entre los directores más interesantes de los últimos años...  éstas son indiscutibles y luego puede que tenga otras tantas que son tan personales que hay quién las ama y quién las odia pero nunca dejan de incomodar y sorprender. A mi, personalmente, ni me gustó "Nymphomaniac", ni "Anticristo" pero "Manderlay" si podría meterla entre sus mejores películas como también podría hacerlo aunque no lo haga con el film que nos ocupa, ese film interpretado magistralmente por el odioso Matt Dillon. Ese film que trata sobre un psicópata que nos enseña durante algo más de una década como comenzó a matar, como encontró un propósito, un arte en el asesinato y como perfeccionó sus métodos. Es un film realmente turbador durante los cinco cortes o episodios en los que la historia se divide, en los que para nada se aligera la violencia, y en el que constantemente tenemos imágenes increíbles, fotogramas de ensueño, todo bien explicado por la voz de Virgilio (Bruno Ganz) que hace de narrador, y con el que Jack conversa en alguna que otra ocasión. Además el film está lleno de homenajes visuales, desde Dylan a Picasso pasando por Dante Alighieri y el famoso cuadro de Delacroix que nos cautiva en el último episodio del film, cerrando con el mítico "Hit the road Jack" de Ray Charles.... Todo estupendo, deslumbrante y espeluznante. Incómodo como pocas veces y no apto para todos los paladares. Lars Von Trier siempre incomoda, siempre consigue llamar nuestra atención y eso a estas alturas no es poca cosa. 

1 comentario:

  1. La que comentas no la he visto, pero mis favoritas de Von Tier son "Rompiendo las olas", "Dogville" y "Manderlay". "Europa" la volví a ver hace poco y creo que ha envejecido mal, ha perdido el impacto de su estreno. Bueno, apuntada "La casa de Jack".

    Un abrazo, Niko.

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