Cuando Benedict Cumberbatch y Martin Freeman aceptaron interpretar respectivamente al detective más famoso de la historia, Sherlock Holmes, y a su amigo y ayudante el Dr. Watson allá por el verano del 2010 seguramente no esperaban que a día de hoy su carrera se encontrase donde se encuentra, en lo más alto. Ambos intérpretes se dedican ahora al cine pero por suerte encuentran siempre un tiempo para dar vida otra vez a aquellos personajes que les hicieron grandes. La versión moderna de Sherlock que nos preparó la BBC era sorprendente, era la más diferente a lo visto pero a su vez era la más fiel. Un Sherlock de la era moderna que dejaba sorprendido a todos, con sus viejos casos puestos al día, y por supuesto con un James Moriarty de lujo. Vistas las tres temporadas y esperando la cuarta (no sé si tiene el récord de tiempo entre temporadas pero desde luego la espera es interminable), la BBC sorprendió con un episodio especial en período navideño que serviría de enlace entre la última temporada y la cuarta. Un episodio de una hora y media lo que lo convierte en una pequeña película, otra versión fiel al universo Holmes pero completamente loca y genial. Esta nueva aventura nos lleva de la actualidad al Londres Victoriano, tomando todo lo que nos gusta de la nueva versión y de las antiguas y dándonos más en un caso en el pasado que al parecer puede que esté solamente en la cabeza de Holmes o no, pues la acción sucede en 1895 cuando Home y Watson reciben el extraño caso de una novia muerta que decide volver de la tumba para matar a su marido ahora viudo. Una locura de proporciones épicas que en un santiamén se transforma en clásico instantáneo y que nos da muchas más ganas ( y nos ahora la espera inaguantable) para ver la cuarta temporada. Como viene siendo habitual la acción es genial, el ritmo de lujo, el misterio se da por sentado y el humor es para descojonarse. Todo genial, todo en su sitio; y Cumberbatch y Freeman bordándolo una vez más. Elemental queridos terrícolas.
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