Redescubriendo Saint Petersburg...


Hoy dejo de lado lo de daros el coñazo con la música y los films que voy viendo para hablaros de otros de mis hobbies. Tenía desde hace un par de años “Saint Petersburg” que me llegó absolutamente gratis gracias a mi hermano Black Meeple, luego llegó también la extensión. El juego en cuestión es obra de Michael Tummelhofer, creador de uno de mis juegos preferidos, el grandioso “Stone Age” pero mirad por donde que el particular sistema de juego no acababa de convencerme y hacía que no le pillara el tranquillo. Cometes un fallo y ya te han jodido vivo. En realidad eso debería ser un aliciente pero desde luego que perder siempre desanima lo que no está escrito, así que lo aparté como si tuviese la lepra y lo dejé cogiendo polvo. Después de muchos meses comienzo a jugar unas partiditas en la gran página web “Yucata” y me engancho como un bellaco. Lo redescubro y redisfruto. Qué coño, lo adoro! 


El juego “físico” es cojonudo, pequeño pero matón, con unas ilustraciones muy logradas y un material de muy buena calidad. Es un juego de 2 a 4 jugadores (con dos funciona de perlas) y las partidas suelen durar de 30 a 45 minutos. Hay cuatro tipos de cartas: verdes/artesanos que nos proporcionan dinero, azules/edificios que nos proporcionan puntos, naranjas/nobles que pueden darnos tanto dinero como puntos, y cartas de intercambio que son cartas con premios especiales de los tres tipos anteriores. Hay cuatro fases de juego. En la fase de artesanos, compramos artesanos y al final de la misma nos dan monedas, en la fase de edificios compramos y al final obtenemos puntos, y en la fase de nobles compramos nobles y nos dan puntos y/o monedas. En la última fase, la de intercambio, no obtenemos nada, pero podemos intercambiar una de esas cartas por una de las que ya tengamos en nuestro poder si cumple con los requisitos. Hay muchas más normas pero no me voy a liar porque es complicado explicarlo, al final gana el que tiene más puntos, estos se obtienen durante las fases y el juego acaba cuando después de ir pasando fases se agotan las cartas de un tipo. En la mano podemos tener hasta tres cartas pero si no podemos colocarlas nos penaliza en puntos, las monedas sobrantes también dan puntos y el número de nobles diferentes también. Lo difícil del juego es que todo va sumando exponencialmente a cada vuelta y revuelta de fases, así pues un desliz ocasiona que el rival se nos marche en puntuación o que el quedarnos sin dinero nos obligue a pasar y que el rival gestione como quiera su mano. El juego es cojonudo y la verdad, se ha convertido en uno de mis favoritos. Es un buen juego para comenzar a engancharse a los juegos de mesa europeos, después de “Colonos del Catán”, “Carcassone” y “Ticket to ride” sería una elección perfecta para agrandar nuestra ludoteca, con permiso de “Oregón”, claro. 

1 comentario: