Ni soy dylanita, ni dylaniano. Solo soy fan de BOB, tal vez el más grande. Es el único artista del que uno puede volver a sentirse sorprendido al retomar cualquiera de sus discos, el único que puede dejarte con la boca abierta al escuchar de nuevo un tema que pensabas te sabías de memoria, o un disco que pensabas que te lo había dado todo y entonces en un par de estrofas te descubre el sentido de la vida. Dylan es una artista completo. Un trovador, un poeta, un filosofo, un gigantesco músico, un cantante estupendo, un artistazo de los pies a la cabeza, un showman con una presencia y un carisma imposible de igualar. Dicho esto, solo un cineasta del nivel de Martin Scorsese podía realizar la tarea de enseñarnos aquella mítica gira amparada bajo el nombre de "Rolling Thunder Revue". Me importa un pimiento que se inventen anécdotas y pongan algo de picante a la historia. Bob y Martin se inventan un par de cosillas, sí, pero lo hacen para reírse un poquito y criticar de soslayo otras cosas... Bob es así... sutil y polémico. El viaje que nos propone Scorsese es una lección de historia, entre un documental y un reality de los setenta. Las imágenes utilizadas fueron grabadas en su momento para un documental que ahora ve la forma, y allí aparecen artistazos con casi cincuenta años menos, y uno queda alucinado, desde T Bone Burnett, Mr Ronson, Scarlet, Baez, Ginsberg, Shepard, McGuin, Joni Mitchell, el "huracán" Carter, y Sharon Stone con su divertido cuento.... Una historia inmersiva, divertida y didáctica. De manera audaz y con ingenio nos introduce en la gira, en sus relaciones, en sus viajes y actuaciones... y lo mejor, es ver a Dylan desatado reversionando sus canciones... Hay muchas mentirijillas en el documental como bien se han ocupado los fans de destapar, pero a mi me da absolutamente igual porque no es un film ni un documental, es algo inclasificable, es un experiencia que llega y se va, como el sonido rodante del trueno. Sobresaliente.
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