Cosicas de antaño: el boli de 10 colores

Cuando era un chavalín que se dedicaba a pegar mocos debajo del sofá o chicles debajo de la mesa del colegio todo me parecía mejor. Me parecía no, sin duda era mejor. No veía maldad en el mundo y mi mayor deseo en la vida además de verle las bragas a la niña que me gustaba y que no me hacía ni puñetero caso era tener los utensilios de escritorio mas guays del momento. Si a alguno de mis amiguetes de la época se les ocurría traerse algo más molón fácilmente se perdía, vamos que iba pa'lasaca. Sí, yo era un cabroncete de tres al cuarto, un pequeño delincuente que operaba bajo esa cara de angelito que nunca ha roto un plato, siempre saliendo indemne de cualquier fregao del que mis compinches acababan cargando con todas las culpas. En aquella época me jodía que mis padres no me compraran cosa nuevas, siempre heredaba todo de mi hermano mayor, el puto “ficha negra”, cosa que me estaba creando un trauma, no es que culpe a mis padres por ello, lógicamente no eran unos sobrados de la vida, el dinero no era abundante y había que ahorrar cualquier pesetilla si es que se podía, así que me las tenía que ingeniar como fuese. Para superar ese pequeño problemilla que podía marcarme de por vida saqueaba, robaba y destrozaba todo lo que los niños de papá traían con ilusión al cole. Me jodía mucho lo de los estuches con botones, los rotuladores carioca con dos puntas, la gorda para arrasar y la delgada para perfilar, mientras yo me tenía que conformar con unos plastidecos rotos. Menuda mierda! Pero hubo una cosa que me hizo ser el chico más popular de la clase de cuarto de EGB durante unas semanas, ah! sí, además claro de la vez que le pillamos el dedo en la puerta a un notas y se le rompió la uña y el brazo para todo el semestre, y la vez que gracias a una de mis ideas magistrales una chavalita feucha acabo con media docena de chicles boomerg decorando su pelo, joder, eso fue muy bueno. Hubo una vez que los niños llevaban unos bolis de cuatro colores, eran aquellos bolis bic con la parte de abajo azul y la de arriba blanca, aquellos bolis con colores verde, azul, negro y rojo... , eran unos bolis muy bonitos, creo que acabé teniendo en mi cajón una docena más o menos. Qué pardillos porque yo tenía el mejor boli de todos, el superboli, el boli de diez colores marca acme, sus 10 colores eran el rojo, azul oscuro, azul celeste, verde oscuro, verde claro, naranja, marrón, rosa, violeta y negro. Aquello era una delicia, era como conducir un ferrari, era tremendo. Me había gastado todos mis ahorros en ese boli, en el rólex de los bolis, era puro glamour. Sabéis cuantas tardes me quedé sin merienda para conseguir el puto boli?

Yo era un chico feliz, seguramente era el chico más feliz del colegio, qué digo, el más feliz de la ciudad, pero eso duró poco, duró hasta que una niña pija hijadelagranputa trajo uno similar pero que además tenía cada tinta perfumada... Menuda mariconada pensé yo pero el invento me dejó de lado, mi boli había quedado obsoleto. Al cabo de unos día aquel oloroso boli desapareció, nadie lo volvió a ver y la niña lloraba desconsolada mientras a mi se me iluminaba el colmillo izquierdo. Había triunfado, o eso creía porque unos días mas tarde apareció uno de mis archienemigos con un bolígrafo de 24 colores y aunque prácticamente era imposible escribir con él, el solo hecho de que lo tuviese encima del pupitre me daba una rabia descomunal. Así que mientras el profesor nos explicaba como sumar y restar fracciones cogí mi boli de 10 colores y golpeé una vez tras otra con él la cabeza del gordo hijodeputa. Me quedé sin boli, sin merienda y castigado a copiar 200 veces “no pegaré a un compañero en la cabeza” en la hora del patio durante un mes más o menos. Pero la verdad eso agudizó mi ingenio, copiar 200 veces esa frase con tres bolis a la vez pegados con celo me facilitó mucho las cosas, tardaba sólo 10 minutos y me sobraban otros 20, los justos para darle un par de pelotazos en los huevos a ese gordo cabrón.

1 comentario:

  1. Ya me acuerdo de estos bolis ya... Y no cuesta imaginar, por cuestiones ergonómicas y tal, porque le tenías tanto cariño... (ajqueroso !)

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