Sin fuegos ni artificios. Sin mil y una capas de electrónica moderna. Solamente con aquello que realmente importa. La melodía. La nota, pura y sencilla. Evan Thomas Way deja momentáneamente a su espléndida banda The Parsons Red Heads con el legado de "Blurred Harmony" que fue disco del año 2017 para un servidor y entrega una nueva colección de canciones acompañado por la banda de apoyo The Phasers. Es un trabajo personal, un trabajo como solista, como única cabeza pensante pero no abandona las señas de identidad de la banda madre, aquello que la hacen especial, indiscutible y esencial para un servidor. Música en estado puro. Música artesanal. Música reconfortante, cálida y bella. "Long Distance" es sin lugar a duda uno de los discos más bonitos que pueden caerle a uno entre manos. A cada escucha el disco crece, a cada nueva reproducción se hace enorme, gigantesco. Como ya pasase con "Blurred Harmony" tiene toda la pinta de estar entre la decena de favoritos anual, puede que en el podio, puesto que dudo que nos topemos con algo de tanta belleza y calidad. Casi sin hacer ruido, casi sin levantar la mano, ni decir aquí estoy yo, Evan Thomas acapara ya varios discos que son oro puro. Varias colecciones de canciones por las que la mayoría de seres humanos matarían, y con una normalidad pasmosa como de quién no quiere convertirse en estrella nos las regala, nos las ofrece para hacernos la vida algo más placentera. Según el propio Evan, como nos explicó en la entrevista aparecida en Exile SH Magazine, tenía esas canciones en espera, algunas de ellas llevaban escritas más de una década, y fruto de muchas de las casualidades de la vida se dieron las circunstancias para grabarlas con rapidez en su Oregón natal junto a la banda The Phasers en a penas una semana. El resultado no puede ser mejor. Una decena de canciones que son gloria, que son vida, que son belleza absoluta.
Evan Thomas Way & The Phasers - Long Distance (2019): 01.- Don't surprise me/ 02.- Maybe tomorrow/ 03.- Life/ 04.- Long distance/ 05.- Don't fall away/ 06.- Gone/ 07.- Hope/ 08.- Change your mind/ 09.- Fire at the end of the line/ 10.- Seventeen.
Abre el disco Evan con la positiva melancolía de "Don't surprise me" que es orfebrería pura. Ejemplo de melodía perfecta. De la sencillez hecha virtud. Preciosismo al cuadrado, boniquismo al cubo. Imposible dar tanto con tan poco, cosa que parece fácil pero que no está al alcance de todos. Y continua en modo "bonico" y sensible con la espléndida "Maybe tomorrow". Ya os adelanto que no hay canción que baje el nivel, y creedme cuando os digo que el nivel está por las nubes. "Life" consigue enamorarnos con esa melodía que se balancea, que juega a engatusarnos a llevarnos al huerto. Pure and easy. La canción que da nombre al disco, "Long Distance", es simplemente redonda. Su intro es excepcional, su forma de avanzar, de ser cantada... Pero no se queda la cosa aquí, porque "Don't fall away" no le va a la zaga. Posiblemente "Gone" sea uno de mis temas favoritos del disco, todo un espectáculo sonoro. Perfecta para escuchar en soledad, sentado en la arena viendo las olas del mar. La belleza de "Hope" es la prueba de la facilidad que tiene Evan Thomas para elaborar melodías preciosas, sonando a mil y una referencias pero manteniendo un estilo propio como en "Change your mind" donde suena a él pero también a Tito Neil por poner un ejemplo claro, pudiendo sonar perfectamente en su "Harvest Moon". La afilada y concisa guitarra de "Fire at the end of the line" marca el final que llega irremediablemente con "Seventeen" donde lo campestre se hace grande, donde la sencillez del country-folk se apodera de nosotros para dejar un regusto a clásico instantáneo que nadie en su sano juicio debería perderse. Disco imprescindible, disco hermoso, disco de la vida.
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