Clásicos nikochianos: MORRISON HOTEL (1970)‏

“The Doors” de 1967 supuso el debut soñado del grupo de Jim Morrison, un disco perfecto, extrañamente seductor, un auténtico clásico nikochiano que tuvo su lógica y descomunal continuación ese mismo año con “Strange Days”, tal vez hubiese sido el mejor disco de la historia si se hubiesen editado juntos, entre ambos hay al menos una docena de singles indiscutibles que les dieron reconocimiento, popularidad, dinero, mujeres, y bueno, mas drogas si es que eso era posible. Morrison se colocó en el pedestal de la estrella del rock, atracción sexual de hombres y mujeres, drogadicto, alcohólico, poeta, rockero, asiduo a las fiestas de Warhol, y claro, todo eso tuvo una repercusión en sus dos trabajos siguientes. Tanto “Waiting For The Sun” (68) como “The Soft Parade” (69) dejaban muchas dudas sobre el futuro del grupo, aún habiendo en ellos buenas canciones, las de Morrison obviamente, los discos sufren un bajón creativo importante debido al pasotismo de Jim y a que el tipo se hartó, y mucho, del rollito de estrella, entonces se engordó, se dejó barba, dejó en el armario esos horrendos pantalones de cuero, y entonces le dio por el blues mas inteligente y mágico que se haya hecho jamás. En 1970 apareció ese discazo llamado “Morrison Hotel/Hard Rock Café”, un disco en principio “conceptual” con el hard rock café en la cara A y el Morrison hotel en la B, en este disco y como curiosidad toca ese monstruo llamado John Sebastian (el de Loving Spoonful, un genio, vamos) bajo el pseudónimo de G. Puglese. Pues bien, el disco empieza con la arrolladora, espectacular y rocanrolera “Roadhouse blues”, un clasicazo que te pone las pilas, canción realmente buenísima que te deja extasiado, que escuchas una y otra vez y que desde luego es una de las mejores canciones de este disco, luego sigue con “Waiting for the sun” una marca de la casa con un estribillo morrisoniano que nos conduce a un piano de taberna del oeste y es que “You make me real” es juguetona y divertida con la voz de Morrison al límite debido al alcohol, y entonces unos riffs de guitarra inolvidables, entra la batería, suena un bajo de las cavernas y por fin el órgano de Manzareck, estamos en “Peace frog”, una obra maestra. “Blue Sunday” tranquiliza el ambiente, es hermosa, poética, nunca me canso de escuchar esta canción, y finalmente la cara A la cierra “Ship of fools” con una letra interesantísima, los teclados poniendo su perfecto toque y la guitarra blusera de Krieger dando pinceladas perfectas. La cara B comienza con “Land Ho!” un auténtico pelotazo, un single mítico que tiene ese comienzo tan infantil, tan cachondo, toda ella es genial con el órgano como punto fuerte y un Morrison inconmensurable que luego despacha una sexual “The Spy” con metáfora incluida, buenísima. Entramos en la parte final del disco que se llena de misticismo, “Queen of the higway” e “Indian summer” dedicadas a su mujer Pamela Courson, y para rematar “Maggie McGill”, un blues en toda regla, con una letra espectacular, como espectacular es el penúltimo disco de The Doors, estaba aún por llegar el mágico “L.A.Woman” (71), la disolución del grupo, el exilio a París, y la muerte de Jim. Una pena. A pesar de todo Morrison dejó cuatro discos inolvidables (de seis) y este “Morrison Hotel” es buena prueba de ello, un auténtico e indiscutible clásico nikochiano.

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