Hace dos veranos Netflix sorprendió con "Ozark". Sorprendió por su historia, su empaquetado, su violencia, su intriga y por su casting puesto que Jason Bateman y Laura Linney no parecían los más indicados para este tipo de serie pero la verdad es que no veo a nadie más interpretando a los protagonista, ni mejor tampoco. Era una serie que gustó mucho y esperaba su segunda temporada para dar mi veredicto final y recomendarla a todo bicho viviente o reservármela para unos pocos. El factor sorpresa ya no está y se repite un algo la fórmula aderezándola con un poquito más de chicha e intringulis pero sinceramente parece que se estanca un algo. Quiere decir eso que es mala? no, de eso nada, pero no es la serie top que esperaba aunque sí es un producto notable. Sigue enganchando y sigue casi igual de fresca. Sus diez nuevos capítulos pueden verse en modo maratón, y sin duda hace que nos interesemos más por todos sus personajes y no solo en el protagonista, Marty. Hay más aristas, más recovecos, más historias paralelas que hacen que la principal quede algo estancada y se repita en sus formas y sus metas aunque el premio gordo es ver como crece el personaje de Laura Linney que promete ser estupendo y al que tenemos ganas de ver en una tercera temporada creo ya confirmada. Ruth, es otro personaje que crece y del que queremos saber más. Julia Garner la interpreta estupendamente y eso parece que le ha valido para fichar por una de las grandes apuestas de Netflix, Maniac, de la que os hablaremos pronto y en la que el casting es simplemente espectacular. Pues bien, la segunda temporada de Ozark es perfecta para enlazar una gran serie con otra sin rebajar mucho el listón de calidad. Perfecta por ejemplo entre "Heridas Abiertas" y "Maniac", por ejemplo. Fresca, adictiva, interesante y perfectamente engrasada.
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