BRITPOP 90's: MEDALLA DE ORO (CHAPADO) PARA LOS BLUR

Tras pasar el tiempo su correspondiente, e inevitable, factura debe uno claudicar en la realidad de que estamos, con Blur, ante la mejor banda de pop-rock británico de los 90, de entre las surgidas en esa misma década (por supuesto). Dicho lo anterior si nos ceñimos al equilibrio de esa intangible pero más o menos consensuada dupla “fama/calidad” que hasta el más combativo de los popes (o tocacojones, de a duro la docena, varios -y yo de los primeros-) tiene que acabar aceptando. Particularmente prefiero a los Suede de su hat-trick inicial, y obviando eso creo que el primero de Supergrass (a pesar de esa “allright” de las narices que no he soportado nunca) o el homónimo de Elastica (que no es que sea flor, es que no llega ni a brote de un día -lo que es tener la potra padre, vamos... más allá de que es más o menos sabido que el propio Damon le hizo el disquito a su novia de entonces... pero eso es other tema). Pero no hay nada que hacer, como dije. Más cuando queda evidente que la entonces supuesta “grandeza” de otras bandas (y no solo a los Gallagher me refiero) se limita definitivamente a cuatro singles, ajustados a un momento de demanda concreta, y a pajas diversas de los critiquillos de turno (como tantas y tantas veces -si han conseguido vender al mundo que Radiohead, Travis o Coldplay son cosas a tener en cuenta yo de esos, y si son ingleses ni te cuento, me lo espero todo... que es nada a la postre-). Desde “Leisure” (91) hasta “13” (99) los tipos estos se hicieron con la carrera más estable y regular de la camada... yujuuuuuuú !
Blur dieron con una fórmula invencible, absolutamente falta de conceptos como original o genuino, pero invencible al fin. TODA la música de Blur (como la del 107 % de todas esas bandas encabidas en el fistro aquel del “britpop 90's”, ya que estamos -cambian puntualmente los tótems a adorar pero no el “plagístico” concepto madre-) es un coger prestado continuo de Bowie y Kinks, con visitas esporádicas al posterior doblete Buzzcocks/Undertones cuando de pisar el acelerador con las guitarritas se trata y algo de fanfarria verbenera a lo Madness (muy) de vez en cuando. Lo demás es puro encanto e interpretación del palangana de Albarn y asociados. Quizá el mayor logro de Blur sea meramente el haber aguantado más que sus figurados compañeros de viaje. En mi churrigueresca opinión es eso (básicamente): ninguno ha llegado a la meta pero debe admitirse a estos cuatro el haber llegado más lejos que nadie en el, más o menos, mismo espacio y tiempo (“no ha ganado el más bueno sino el menos malo”, si se prefiere y con perdón).
...Con perdón, si. Aunque solo sea hacia los inicios de los mentados Suede y Supergrass, y de los propios blureros. Que entre unos y otros no dejan de tener canciones de aquí te espero y, mientras esperamos -en vano, me temo- la llegada de unos nuevos Beatles, Clash, Who y cía, es de eso de lo que se trata o, al menos, todo lo que (parece) podemos esperar.
Centrándome ya en Blur, debo ahondar en lo regular de su trayectoria entre el 91 y el 99 en base a sus trabajos de estudio (pasado el cambio de siglo ya se pegarán la ostia padre con el impresentable “Think Tank” ese que es más malo que una picada de tábano de los gordos en los cojones, y a traición, en lo mejor de la siesta). En ese espacio tenemos dos discos que nunca me han acabado de atrapar del todo (“Leisure” y “13”) pero ciertamente dignos, uno muy entretenido y disfrutable si no se busca “nada más” que eso (“The great escape”, a pesar de “universal”), otro que más que digno es ya abiertamente (muy) respetable (“Blur” a pesar de “song 2”), y finalmente un par que se acercan con peligrosidad al “clásico guzzero” (las macedonias pop de “Modern life is rubbish” -que es su álbum más equilibrado de largo si uno se molesta en escucharlo en vez de buscar singles inmediatos- y el archifamoso e implacable “Parklife”, a pesar de las insufribles para mí “boys and girls” y “to the end” -que reflejan lo peor de la banda obviando su deleznable reseña del 2003 en la, siempre debatible, opinión del menda junto a las ya mentadas en los paréntesis anteriores-). En síntesis y desde la humildad (como el que te dije): se recomienda “The great escape” y “Blur” como artefactos lúdico-infalibles que poner de fondo (con sus contados y reseñables momentos afilados en cada uno), se recomienda “Leisure” y “13” solo para completistas que conecten especialmente con las maneras de hacer de la formación, se recomienda (mucho) “Modern life is Rubbish” y “Parklife” (aunque este si lo compráis en vinilo podéis lijar sin miramientos la primera canción de cada cara) para los acérrimos del pop británico de cualquier época en su vertiente más vivaracha y, finalmente, se recomienda “Think tank” a todas las malas personas e hijos de puta del planeta para que lo escuchen en estéreo hasta en su propio velatorio...
Para no hacer la cosa corta y perder así la condición de “espeso” que tanto me ha costado conseguir pongo lo mío sobre “Parklife” (que si bien no es mi favorito si es con el que tuve conocimiento de los tipos a mediados de la década pasada, como casi todo el mundo por otro lado ya que, en efecto -para que negarlo-, los cabritos la liaron parda).

“Girls & boys” es una absoluta y absurda mierdaza pop-dance discotequera con chumba-chumba de drum&bass a lo memoria del Casio PT2 que por otro lado, y si bien por su accesibilidad inmediata para millones les diera a conocer hasta en Plutón, no tiene continuidad en el resto de lo musicalmente ofertado en lo que les queda de década a los muchachos. Salto ya a la novena canción (si si, así a lo burro), “to the end”, y así ya me cargo de una tacada todo lo que más me irrita del asunto... A Blur les puedo perdonar que hagan plagios directos y sin disimule, los grititos bujarriles de cosas como “charmless man” -y si me pillan en un día bueno hasta los “yuuuuújus” de “song2”-, también que solo tengan un disco con coherencia de cabo a rabo en toda su carrera, todo eso y más, en agradecimiento a sus muy buenas canciones (que tenerlas las tienen) pero... lo de “b&g” y sus dos “baladas orquestradas” famosas, “to the end” y “universal”, son para mí lo peor al cubo. Horror, en estado puro.
Por suerte el resto es, en efecto, posiblemente el mejor disco de pop de manual de su década (aplausos -pero sin romperse las manos, no olvidemos las dos calamidades que integra-) en esa relación “fama/calidad” que mentaba al principio de la entrada. Y es que entre las catorce canciones todavía no mencionadas hay carburante para todos los gustos.
Hay baladillas y medios tiempos melosos meritoriamente distintos entre si (que eso me parece muy bien, no se limitan a seguir el patrón preestablecido -del elemento al que “tomar prestado” de turno, of course-, se nota que han trabajado especialmente cada pista de forma única). Así “end of the century”, “badhead”, “this is a low” o “clover over dover” (que para mí es la canción más musicalmente bonita que han hecho nunca -ni los abusivos “lalalalá” o los “oh-oh” de rigor la pueden destruir-), son satisfactorias y apreciables tanto por separado como metidas entre los recovecos del artefacto total. Tenemos artilugios pop de ayer, hoy y siempre -de esos en que los sintetizadores se entremezclan con tino y lo justo para acabar de cuadrar el asunto y no secuestrarlo- como “Tracy Jacks”, “London loves” o “magic America”, de esos que nunca fallan. Y al ser un disco tan ostentoso (que aunque a alguien le joda no deja de ser cierto) y, a su vez, tan indiscutiblemente pop no podían faltar pasajes “diferentes” y/o salidos de contexto. Para la ocasión el minuto y medio a lo “Twiglight zone” de “far out”, o las viñetas circenses de “the debt collector” o la refinitiva “lot 105”. No hay problema, aquí cuela y encajan sin problemas (estos tipos gilipollas no son y juegan la baza de la brevedad en las tres ocasiones para hacerse los enigmáticos con cierto éxito a la par que se cobran tres pistas del álbum... cabroncetes). Luego está “Parklife”, con la famosa colaboración Phil “Quadrophenia” Daniels al frente, que es seguramente la canción más recordada por incontables gentes del combo. De hecho es problamente el himno definitivo de los Blur y, se admite, es más extrañamente adictiva que la madre que la parió. Las más fanfarrieras y aceleradas son “bank holiday” y “jubilee” (la segunda básicamente en el estribillo y la primera en su totalidad), que nos remiten como escribía antes a los Buzzcocks/Undertones de hace ahora treinta años. Muy chulas las dos, claro que si, pero no tanto como mi favorita del disco (dejada ex profeso para el final) “trouble in the message centre”... que lo és, además, desde que me compré el cassete de los mastines hará casi tres lustros. El ritmillo, que parece sacado directamente del “Scary monsters” de Bowie, me ha superado siempre más allá del funcional (sin más, que no es lo mismo que incorrecto) estribillo.
En definitiva, el álbum donde más se acumula aquello que me gusta particularmente de Blur es el anterior “Modern life is rubbish”, y el álbum más accesible -que dió en su momento más al llamado “gran público” lo que de ellos se esperaba- y carne de “bestofes” a mansalva es el posterior “The great escape” pero, con todo, entiendo que “Parklife” es el disco de Blur que todo el mundo debe tener en casa de tener solo uno (que de no tener ninguno yo tampoco enviaría a nadie a la cárcel si nos ponemos exigentes).
Con motivo de su recientemente estrenado “greatest hits” (que debe ser el vigésimo octavo) titulado “Midlife” y su también reciente reunión sobre las tablas (a colación de la cual vienen diciendo/vendiendo que “están mejor que nunca”) supongo que es bastante probable que tengamos nueva referencia de estudio en breve de los sujetos... veremos. En cualquier caso para superar a “Think tank” lo que es complicado no lo tendrían, no.


Pd. El plan, más o menos, preestablecido era cubrirle el tema islero al Nikochan mientras se pone tibio a yogurt hasta casi la tercera semana del mes. Y ya le dejé entrever que la cosa iría de regurgitar posts anteriores (esto de los blur lo he puesto hoy y como soy así de ruin lo encasqueto en sendos espacios sin vergüenza que valga), mayormente de referencias de "sine", de mi propio blog para ahorrar tiempo y eso (y de paso darle un poco de caché al espacio éste, claro, que nunca está de más). Sin embargo, antes de nada, uno se debe a uno mismo y si por algo se caracteriza mi blog ("yo aquí he venido a hablar de mi blog!"), además de por ser una mamarrachada del copón, es por el tema irregularidad (o, como yo prefiero, "inspiración esporádico-selectiva") en el asunto de las apariciones de entradas (puedo estar dos semanas sin poner nada y poner media docena en un mismo día). Así pues es tan posible que en la isla nikochiana aparezcan mañana siete nuevos/viejos posts como que no aparezca nada hasta que vuelva el protagonista del garito ya que además, todo sea dicho, el ínclito puñetero me va a pagar exactamente lo mismo...

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