Había leído y oído infinidad de buenas críticas hacia el nuevo film de Greg Mottola, culpable entre otras cosas de la impagable “Superbad” (2007), apuntaban que era la nueva gran comedia indie de la temporada y se emparentaba al film con otros éxitos pasados como “Little Miss Sunshine”, “Juno” y cosas por el estilo, pero la verdad, tiene más de la segunda que de la primera aunque no llega en ningún caso al nivel de ambas. No es que sea mala, se deja ver, entretiene y puede, y digo puede que a alguien con menos de dos neuronas le pueda sacar en algún momento una sonrisilla, eso el film lo puede hacer, alguna tontería para “pubers” hay, y aunque las gracietas están requetesobadas como en algún caso son de la vieja escuela, funcionan. La historia es la misma historia de amor de siempre sobre dos jovenzuelos que están a punto de ir a la universidad en el peor verano de sus vidas, etc, etc....

SINOPSIS: Corre el verano de 1987 y aunque James Brennan (Jesse Eisenberg), un joven recién graduado en el instituto, sueña con hacer un viaje por Europa, la falta de recursos le obliga a aceptar un empleo precario en un parque de atracciones local. Así, James consigue el peor trabajo que nunca imaginó... pero puede que también pase la mejor época de su vida.

Mottola cuenta con casi todos los secundarios que aparecieron en Superbad, pero para los protagonistas decide cambiar, para la chiquilla cuenta con Kristen Stewart conocida por salir en la telenovela chupasangres de “Twilight” (Crepúsculo, coño), y para el chiquillo con Jesse Eisenberg visto en “The Village” (de Shyamalan), “The Squid and the Whale” (la magnífica peli de Noah Baumbach), y este mismo año en "Zombieland" que aún tengo por ver. Tanto él como ella lo hacen bastante bien, y están bien secundados por gente como: Martin Starr, Bill Hader, Ryan Reynolds, Kristen Wiig, etc, etc.. Los personajes están muy bien definidos y la historia muy bien parida, pero, y es que siempre hay un pero, la historia la hemos visto miles de veces, con otras caras pero las mismas bromas, así que si no tienes catorce años y las hormonas en ebullición puede que al día siguiente uno no consiga acordarse de la película. Particularmente puedo decir que el film me decepcionó, me pareció demasiado previsible, ñoño y falto de madurez, y si algo bueno saca uno del film es que este tal Jesse Eisenberg puede convertirse en breve en la nueva estrella de Hollywood, o no.
Acabándose ya una década (yo las cuento por cada cuando se cambia de decenas y que no me vengan con gaitas) más marcada por algunos muy buenos discos aislados (que tampoco ha habido muchos, para mí) que otra cosa y sin que ninguna nueva banda ni nadie nuevo me haya "levantado del asiento", me descubro o lo que proceda ante este 2009 (más vale tarde...). Y es que ya tengo ganas que se acaben estos 00's ya que han sido como bastante patilleros sin ser uno, como es el caso, un acérrimo de los geniecillos neofolkies, con todas las variantes en la mochila, como el que firma este blog (particularmente la proporción que me pertoca es que de cada 74 me quedo con medio), por no hablar de las gentes que ha pretendido pasar por santos redentores la vertiente más pijaitas de la "prensa especializada" -mayormente la británica que salpica para todos lados... ("ahí va, qué chorrazo")-... Puede que alguien haya creado mito de cosas como Coldgay, Antonio and the tostons, las Monas árticas, los Ferdinandos, la Amy Bodega o el Depena Cantharrr, pero por mí esos "mitos", y bastantes más de similar pelaje, se pueden ir a cagar a la vía a modo perpetuo cuanto antes y por el bien común del planeta... Visto así, no es de extrañar las "peleas" Stripes-Strokes a las que nos tenemos que ver limitados el Nicho y el menda (que en definitiva, y honestamente, son sendas regulerías ultraplagiadoras y del santo copón pero, claro, las alternativas ahí arriba han quedado retratadas...). Y es que definitivamente un escenario mundial (presuntamente) rockero que plantea a U2, Coldplay, Bon Jovi o los Radiojetos como grandes íconos tiene que desaparecer de modo urgente y para ayer (y punto sardinas !). Sin embargo (que no todo es drama) de manera agónica y a última hora este año (repito) ha venido a rescatarnos a algunos como el único del decenio que termina capaz de figurar en el recuerdo (de forma no puntual) en tiempos futuros. Y es que al tratar de hacer una lista al uso con mi top-10 particular de álbumes de este 2009 (cosa altamente recurrente, gratuita y chorras pero mira, es lo que hay) por primera vez en la centuria me he encontrado con ciertos problemas... y ya tocaba leñe. De hecho, la listica de marras debía ser la entrada presente del blog, pero (qué cosas) se me había reservado una última y sonada sorpresa para este último mes y la querría destacar ex profeso (y sin compartir cartel) antes de abordar la consabida astracanada de: "el mejor es éste y luego éste y después el de más allá... y además porque lo digo yo que soy el más chulo de España", etc.

La culpa es del puta Ruta 66 de las narices. Y es que esa (mi) única publicación estatal en materia rockera a tener mínimamente en cuenta (aún hoy, cuando no es ni la mitad de lo que fue.. de hecho a veces "no me reconozco" leyendo según qué) me hace jugadas de este estilo cuando menos me lo espero.. Me la compro a finales de mes, cuando sale (y desde septiembre del 93 que dura el asunto... borrego en sus costumbres que es uno, que hi farem), voy para casa, me miro la sección de los discos nuevos a la búsqueda de algo susceptible de llamar mi interés y, hala, a ver si suena la flauta... Y aunque lo cierto es que este año me han pegado unas puñaladas que se han quedado descansados los cabrones, bueno, borrón y cuenta nueva, todo queda perdonado:


MAGIC CHRISTIAN: "Evolver" (2009)

No sé si lo meteré entre los tres primeros del año pues hace poco más de una semana que lo disfruto y tengo presente el "efecto novedad" pero, joder, es de largo el elepé que más me ha enganchado de manera inesperada (el resto de los que lo han hecho siendo sincero ya me imaginaba que lo harían).

No es el primer disco de los yanquis, tienen un primer álbum del 2005 que ya ando buscando como loco by la red pero, por supuesto, la cosa tiene truco del almendruco ya que los componentes no serían, precisamente, unos advenedizos en el medio... de hecho tienen más tiros dados que la madre del Tano en una peli de Chuck Norris. El nombre del vocalista Paul Kopf no nos dice mucho por si mismo y sin embargo lleva viviendo del asunto desde hace la tira y tocando de manera esporádica para una innumerable colección de bandas (fue durante años el promotor del Bay Pop Festival que vendría a ser una especie de "Reading" pero para formaciones de la Bay Area californiana y tratando de rememorar -en lo posible, que dudo que lo sea pero se aplaude el esfuerzo- el espíritu de Monterrey). El bajista es Eddie Muñoz que, lejos de ser el protagonista de vuestro culebrón venezolano favorito, fue ex-componente de las bandas de pseudoculto The Nerves y (sobretodo) The Plimsouls. Tras leer este último nombre cualquier "routier" al uso que se precie ya habrá levantado los hocicos pero es que el tema sigue con el batería Clem Burke, con el que saltamos de costa, miembro de Blondie y, entre otras things, ex-Ramone (toma ya !). Fuerte el aplauso, si, pero todo palidece al descubrir quien está detrás del engendro... Cyril Jordan, el auténtico e incomparable "Flamin' Groovie", líder absoluto de la mítica formación de S.F. y, por ejemplo, compositor de una de mis canciones fetiche de siempre ("You tore me down" es junto a un par de escarabajeros temas la única alternativa real a "Watch your step" o "Stay free" por la parte que me tocas). Y poco me importa si "Shake some action" es un recopilatorio o un disco de facto (que nunca lo he tenido claro) pues cada vez está más arraigado a mi top particular de discos, y de siempre no de un año concreto. Como ya saben (y como escribí meses a) Jordan es un obseso de la british invasión sesentera y a pesar de las playeras voces dobladas y las guitarras de un rocker que tiran de culo, lo primero es lo que más se nota y resplandece al escuchar su música. Y aunque esto se llame como lo hace (lo de "Evolver" no sería la madre de todos los misterios por otro lado) no es ni más ni menos que otro tremendo elepé de la marca Flamin' Groovies. Parece grabado a finales de los 60 el muy cabrón, y el hecho de que suene tan inmediato, auténtico y accesible, aún a un mundo de colpleis, biorcs, radiojetas y udoses debiera hacerle replantear ciertas cosas. A partir de todo lo servido que cada uno busque su slogan favorito para éste grandioso "Evolver" ("espíritu analógico en la -apestosa- era digital", podría ser mi favorito sin problemas), pero que por el amor de diox no se pierda el fistro de álbum en cuestión.

Así, entre impagables versiones de los fab-4 ("anytime at all") o los Who ("out in the street" y "it's not true" -ésta última cierra el disco por todo lo alto-), encontramos, no guiños sino puros piquetes stonianos evidentes en "turn up heat", "gambling man"y "the real thing". También hallamos, ya de primeras, la inicial "in your arms" que si no es de los Kinks yo de los Davies los llevaba a juicio igualmente por si acaso. Y lo mismo con "come & go" y "share the night" (cuidador con ésta que es de las que te atrapan a traición). "Tomorrow never comes", por su parte, encajaría sin problemas (y nuevamente) en cualquier colección de la mejor época de Townsend y compañía. Y se acuerdan de los Wilson, faltaría, en "sha la la" o "something in my mind", con infalibles resultados. La palma, de llevársela alguna, quedaría para mí finalmente entre las tremendas melodías de "run & hide" y "all the stars", siendo ésta última muy posiblemente (y de darse uno a según que jerigonzas) "la canción del año" esa (no es que sea buena, es que enamora la muy puta). Ex aequo, cabe aclarar de inmediato, con esa colosal "I feel a change comin on" de Dylan, pero eso ya es otro asunto... que también crea un debate de lo más jocoso (que para mí, tan poco abierto a aplaudir las supuestas grandezas actuales a las primeras o terceras de cambio, las dos mejores canciones del año, y con diferencia, podrían haber sido grabadas hace más de cuatro décadas fácilmente es todo un qué... y más sin falsos austerismos impostados ni forzadas etiquetas revivalistas por delante para dignificar a "el que dirán" ya desde antes de empezar a escuchar lo que toque). La fruta del árbol, en definitiva, sigue siendo como siempre la mejor por mucho que brillen las luces del hipermercado y, también por supuesto, al Ruta lo que es del Ruta!.
En la localidad inglesa de Newcastle nació en 1941 Eric Victor Burdon quién a los veinte años fundó junto al teclista Alan Price y al batería John Steel un grupo de blues eléctrico que actuaba bajo el nombre de “Alan Price Rhythm and Blues Combo" aunque como podéis imaginaros pronto abandonaron ese nombre para definitivamente actuar con el de “The Animals”. En sus duros comienzos fuera del centralismo londinense hacían versiones de superclásicos como John Lee Hooker, Sam Cooke, Ray Charles y otros tantos, cosa que les sirvió para coger rodaje y hacerse con un nombrecillo que les catapultara a la escena de Londres. Así pues de la mano del productor de los Yardbirds llegan a Londres, fichan por EMI y aparece su primer disco, corría el año 1964 y “The Animals” ya estaba en el mercado con cancionacas de la talla de la tradicional “The house of the rising sun”, “The girl can't help it” y “Baby let me take your home”, pero hay que reconocer que las composiciones propias brillaban por su ausencia y se limitaban en su gran mayoría a realizar magníficas versiones. Hay que destacar que sólo en la versión USA del disco se puede encontrar “The house of the rising sun” pues era algo habitual en la época que las canciones variasen dependiendo de si el disco era para Inglaterra o para USA.

En 1965 aparece “Animal Tracks” que era más de lo mismo, grandes versiones, muy buena música pero casi ningún éxito, y digo casi porque éxitos sí tuvieron pero en forma de single, así que no fueron incluidas en los Lps, y es que hasta un poquito más adelante con los Beatles y compañía no se les da la importancia que ahora tienen los Lps, hasta entonces la forma más sencilla de vender, estar en las listas, darse a conocer y por supuesto tener éxito era la vía single, así pues los Animals hacían lo que se tenía que hacer y despacharon unos cuantos pelotazos como “I'm crying”, “Don't let me be misunderstood” y la estupendísima “We're gotta get out of this place”. A finales del 65 el teclista Price abandona la banda debido al tira y afloja constante que tenía con Burdon por el liderazgo del grupo y por su histeria a desplazarse en avión por los puestus, pero su salida no trae la paz ya que el grupo piensa que está siendo manipulado obligándoles a ser demasiado comerciales y dejan la discográfica, antes, eso sí, sacan al mercado el single “It's my life”. Fichan por DECCA y aparece “Animalism” que sigue en la misma linea de las versiones pero no soluciona el “feeling” del grupo, ahora aparecen como “Eric Burdon & The Animals” cosa que no sienta nada bien al resto de miembros originales, y claro, duran dos telediarios de esa guisa, abandonan el grupo y Burdon tiene que improvisar fichando a jóvenes con talento, es el caso claro de John Weider y Andy Summers futuros miembros de Family y Police respectivamente. Pero esto duró un visto y no visto, para el recuerdo queda ese doble disco de 1969 llamado “Love”, así que a Burdon no le queda otro remedio que comenzar una carrera en solitario llena de claros y oscuros, mas oscuros que otra cosa para qué engañarse ya que destacable, destacable sólo encontramos aquel “The Black-Man's Burdon” (1971) donde como no, daba rienda suelta a su buen hacer como versionador.

En 1977 hay una reunificación para lanzar al mercado “Before we were sorudely interrupted” y en 1983 lo hicieron para los discos “Ark” y “Rip it to shreds”. Puede que muchos os preguntéis como puede ser tan famoso un tipo y un grupo que no tiene ni un 10% de canciones propias, pues eso es fácil de responder si escucháis a los Animals ya que es difícil poner más pasión y tempera a la hora de abordar el blues, y bueno, tampoco hay que olvidar esos singles que son la madre del cordero de lo que vendrá después que precisamente no fue moco de pavo. De todas formas para simplificar las cosas lo mejor, creo yo, es hacerse con el típico recopilatorio que incluye todos sus singles y lo mejorcito de los Lps, pues es una manera rápida y económica de hacerse con un trocito de la historia de la música.
No vendría siendo nueva mi adicción a la música del Sr. Everett (o Eels, que es lo mismo mismamente). Desde el primer álbum y el bujarril estribillo de "Novocaine for the soul" que sigo de cerca los pasos del palomo en cuestión (y aforando mis buenos duros/euros religiosamente en cada nuevo elepé). Evito el aburrir al personal con la vida y milagros de Mr. Anguila (por otro lado si se pone "Eels" en el buscador de este blog se encontrará información al respecto por parte de su pergeñador titular) pero, eso si, le aplaudo la jugada al tipo ya que, tras casi cuatro años de no publicar material original para descolgarse el pasado junio con el muy cojonudo "Hombre lobo", vuelve a mediados de enero (o sea ya, como aquel quien dice) con este "End times" que pongo en el título de la entrada y que huele claramente a continuación del botín acumulado en los últimos tiempos. De momento solo he escuchado una canción del artilugio, "Little bird" ("pajarillo", en efecto y para los que no tengan mi privilegiado nivel del idioma de Güilian Chekspir), y pinta bien la cosa (es una canción de cuna muy en la linea de "Electro-shock blues", y la verdad es que no me disgustaría que todo el álbum fuera algo más o menos similar, haciendo así el contrapunto con la apreciable verbena que, por lo general, domina el aún reciente posavasos licántropo -esto me ha quedado de puta madre lo admitáis o no...-). Marchando una de portada y tracklist:




1. The Beginning
2. Gone Man
3. In My Younger Days
4. Mansions Of Los Feliz
5. A Line In The Dirt
6. End Times
7. Apple Trees
8. Paradise Blues
9. Nowadays
10. Unhinged
11. High & Lonesome
12. I Need A Mother
13. Little Bird
14. On My Feet



(Pd. Las canciones 4 y 12 tienen que ser buenas por narices y barbas.)
MIKE OLDFIELD
TUBULAR BELLS (1974)
PART1

Érase una vez un inglesito llamado Richard Branson dueño de varias tiendas de discos a domicilio en la vieja Inglaterra. Corría el año 1973 y Richard que tenía un talento innato para oler buenos negocios conoció a un jovenzuelo con cabello largo y un gran talento para la música al que todas las discográficas le habían denegado la opción de publicar su obra, así pues el hombre que luego se convertiría en el señor Branson decidió ayudar al joven gracias a la discográfica que estaba a punto de formar, el disco sería el primero de su discográfica y llevaría por nombre “Tubular Bells” y como todos sabéis se convertiría con rapidez en un tremendo éxito en ventas y en un indiscutible clásico, incluso fue la banda sonora del film “The Exorcist”. El joven en cuestión no era otro que Mike Oldfield, y claro, el señor Branson se convirtió en uno de las personas más ricas del mundo, no por el disco sino por sus negocios, el disco al fin y al cabo le sirvió para crear Virgin, y el resto de la historia creo que ya la conocéis.

La grabación de Tubular Bells se llevó a cabo en una vieja iglesia con Oldfield tocando todos los intrumentos, sus amigos (incluido Branson) ayudando en lo que podían y sin que apareciesen voces como querían imponer aquellas discográficas que le denegaron la edición del disco y que supongo yo se arrepintieron muchísimo y despidieron al director. Y es que una de las grandes características del disco es la ausencia de voces aunque sí aparezcan coros, esa intro descomunal, la extraña división del disco en dos partes o movimientos, la parte llamada “el maestro de ceremonias” donde se van nombrando todos los instrumentos que se van agregando a la melodía y que tenía como colofón final la aparición estelar de la campanas tubulares. Tal vez, Tubular Bells, no es uno de esos discos que a uno se le pasan por la cabeza cuando intenta nombrar los veinte o veinticinco mejores discos de la historia, pero desde luego por calidad, influencia y ventas fácilmente debería colarse entre el grupo de los elegidos. El disco es tan bueno que quitando un par de discos, Oldfield no ha podido deshacerse de su sombra, aún así es muy recomendable tanto como el mismísimo Tubular Bells el álbum “Five Miles Out” (82), algo más pop y que contenía canciones de tres o cuatro minutos con voces femeninas que han estado en lo más alto de las listas. Tubular Bells es una deliciosa rareza para escuchar en casa repanchingado en el sofá mientras uno saborea una buena copa de vino y si uno quiere se fuma un buen cigarrito, si es risueño mejor. Es una obra maestra que escuché más de mil veces en mi adolescencia hasta el punto de poder tararear cada nota de cada instrumento, ya sé que es de enfermo pero es que estamos ante un gran clásico que debo reivindicar, un clásico indiscutible, un clásico nikochiano.
SINOPSIS: Basada en un caso real de posesión que tuvo lugar en los suburbios de Washington. Regan es una niña de 12 años que vive con su madre y que se siente mal; sufre extraños síntomas, incluyendo la levitación y una fuerza sobrehumana. Los doctores intentan tratarla en vano, así que cuando se descartan las explicaciones médicas, su madre recurre a un sacerdote con estudios de psiquiatría. Éste se muestra convencido de que el mal ha rebasado lo físico y afecta a los espiritual. Una vez seguros de que la niña está poseida, junto a otro sacerdote decidirá practicar un exorcismo.

He empezado de manera muy poco habitual por la sinopsis ya que no tengo mucho que decir de este film que no se haya dicho ya, bueno, la verdad es que todo lo que digo en el blog ya se ha dicho antes, no suelo ser muy ingenioso, la verdad, ni novedoso. Decir que “The Exorcist” de William Friedkin es tal vez la mejor película de terror de todos los tiempos no creo que sea exagerar demasiado, y es que aún hoy cada vez que la veo me paso casi una semana acojonado por si la cama empieza a dar brincos. El film está basado en la novela homónima de William Peter Blatty que durante mis años mozos se asomaba por la estantería de la habitación y tengo que reconocer que me daba acojone abrir el puto libro, además, la historia que cuenta el libro tiene que ver con un hecho real sucedido en los EEUU en la década de los setenta (cosa que aún acojona más). Por la parte que toca a la interpretación, joder, los actores se salen y están de lo más convincente, tanto Linda Blair (Regan, la niña poseída) como Ellen Burstyn (la madre de la niña) están de lujo, pero quienes lo bordan son los curas, y es que Jason Miller como el mítico padre Karras y Max Von Sydow como el padre Merrin, lo bordan. El film consiguió dos Oscars, y nada más y nada menos que 10 nominaciones a los Globo de Oro, nadie sabe que hubiese pasado si Kubrick hubiese aceptado dirigir el film, como así se le ofreció, o qué hubiese sucedido si Jane Fonda o Audrey Hepburn no hubiesen rechazo el papel de mamá de la niña diabólica, y quién sabe que hubiese pasado sin los mil y un rumores satánicos que acompañaron al film no hubiesen aparecido. Tal vez el film no sería tan grande, y es que es lo más de lo más, ya sea la versión clásica o el “director's cut”, a mi sea de una manera u otra me acojonará toda la vida.
Wasabi es el último e interesantísimo juego de mesa que ha llegado a mis manos por cortesía de mis dos buenos hermanos. No es un juego excesivamente complicado ni exigente en sus normas, más bien es sencillo y de carácter familiar, vamos, que no es Bootleggers por poner un ejemplo con el que puede que me vaya a dormir de mala leche y no le hable a mi señora durante unas horas. Wasabi tiene algo de estrategia y mucho de habilidad y picardía, no nos da mucho margen para putear al personal aunque ciertamente hay un par de movimientos o cartas que pueden darle a alguno un pequeño corte de digestión. Wasabi es un juego pensado para 2,3 o 4 jugadores aunque los creadores del juego consideran una experiencia perfecta jugar sólo con tres. Todo el material del juego es precioso y está muy cuidado, por un lado tenemos ese fantástico tablero que enamora a primera vista y por otro las fantásticas piezas o losetas que llevan dibujados ingredientes de cocina. El objetivo del juego es simplemente el de coger unos menús y llevarlos a cabo, los menús deben realizarse por orden o estilo lo que nos dará puntos extras o de manera desordenada que nos darán los puntitos justos, además no tenemos el mismo número de losetas para cada ingrediente lo que dificultará terriblemente finalizar nuestros menús, en cada turno cada jugador coloca una loseta y siempre debe poseer tres losetas en su mano y tres menús. Para completar la experiencia existen unas cartas de acción o puteantes que podremos coger al finalizar un menú que nos permitirán cortar la receta de alguien, cambiar una loseta por otra, chafar una loseta y poner una nuestra encima, o colocar dos losetas a la vez, esto es lo que realmente le da salsa al juego dependiendo, claro está, de la maldad y puterío de cada uno. No estamos delante del superjuego de mesa definitivo, para eso ya tenemos a los gangster de Bootleggers, pero desde luego es un buen entrante para llegar a batallas mayores.