Paris, la cité de la lumière


La resaca por la escapadita a París sigue muy presente en el hogar nikochiano. Estupenda aventura con mis peques y por supuesto bellísima ciudad. Estas pasadas Navidades los Reyes Magos se acordaron de aquello y de un servidor y en casa apareció el excelente juego para dos editado por Devir obra del español José Antonio Abascal. Material exquisito tanto a nivel visual donde las ilustraciones nos sumergen en la esencia parisina y por supuesto la calidad de los componentes que es sobresaliente. En eso no hay queja y por supuesto en el precio tampoco. Todo muy ajustado. Así pues estamos ante un juego para dos jugadores, puede que a partir de siete y ocho años ya se pueda dominar más o menos la mecánica. Mi hija Arlet de ocho perfectamente maquina contra su padre. Otra cosa curiosa es que la misma caja hace las veces de tablero, su interior consta de un adoquinado para ir colocando nuestras calles y edificios como ahora os explicaré. 


El objetivo del juego es construir las calles y edificios de la ciudad. Todo ello lo realizaremos en dos fases. Durante la primera fase colocaremos las calles. Estas calles se encuentras en dieciséis losetas (ocho por jugador). En esas losetas cuadradas podemos encontrar cuatro zonas perfectamente divididas también a su vez en cuadrantes. Naranja, azul, lila y farola. En el naranja solo podrá construir el jugador naranja y el azul en el azul, claro está. En el lila podrá hacerlo cualquiera, hace las veces de comodín. Y la farola servirá para iluminar nuestros edificios. Dichos edificios con medidas y formas diferentes se encuentran a nuestra disposición para ser elegidos. Así pues en esta primera fase podemos hacer dos cosas, o cogemos edificios o asfaltamos con nuestras losetas las calles. Sencillo. Una vez se acaban las losetas ya no podremos coger edificio y pasamos a la segunda fase. 

En la segunda fase podremos hacer dos cosas, o construir o usar/reservar una postal. Dichas postales (hay doce pero usamos en la partida solo ocho) son como efectos especiales, que van desde una farola o edificio extra, a cambiar edificio, puntuaciones extras, que no resten los edificios no utilizados, etc, etc...  Al colocar el edificio lo marcamos con una chimenea de nuestro color y cuando se acaban los edificios y las postales (hay cuatro para cada jugador) el juego finaliza y pasamos a la puntuación que básicamente se resume en el tamaño (por cuadrante) del edificio multiplicado por las farolas que lo tocan. Luego hay puntuaciones extras, y restas por edificios no colocados. El juego es una delicia. Queda precioso una vez acabada la partida y las postales hacen que las partidas sean variadas, eso sí, penaliza mucho la acción que tomamos, aquello que decidimos porque no hay mucho margen de maniobra para corregir. Excelente juego para dos y muy bonito. 

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