Un ser llamado Guzzest. Capítulo 34: El Oráculo

Guzzest despertó y mientras se rascaba el culo y se recolocaba las pelotas, decidió escuchar los mensajes del contestador, sólo tenía uno, era de Munthes, la bruja, gracias a sus poderes sabía de la intención de Guzzest de dejarse caer por su casa, así que para evitarlo, le había cogido hora para ver al Oráculo, el mensaje decía: “Hola apestosa bola de sebo, ni se te ocurra venir por mi casa o te lanzo una supermaldición, además no estoy sola, estoy muy bien acompañada, así que no te quiero ver ni en pintura, ahora mismo debes ir al planeta Risketo, el Oráculo estará allí, tienes hora hoy mismo a las nueve de la mañana, no llegues tarde”. Guzzest, con resignación, puso rumbo hacia Risketo, el Oráculo resolvería gran parte de sus problemas, entonces unas fuertes turbulencias sacudieron a Alison75, Guzzest tomó el control de la nave, piso el freno, pero no funcionaba, el freno estaba roto, Guzzest empezó a marearse, tenía fuertes nauseas, agachó la cabeza y vomitó, al agacharse se dio un golpetazo en la nariz y la sangre comenzó a salir como si de una cascada se tratase, el mareo fue en aumento y finalmente su cabeza cayó sobre el volante y perdió totalmente el conocimiento. Al despertar se quedó helado, a pesar de la sangre, de la rotura de frenos y del mareo, había aterrizado en el planeta Risketo y justo delante del altar del Oráculo, bajó de la nave y comenzó a buscar al Oráculo, no sabía como era, que era o quien era, eran ya las diez de la mañana y el cabrón del Oráculo no aparecía, las once, las doce, definitivamente el Oráculo le había dado plantón, desde que era un mocetón con acné y las hormonas a punto de salir disparadas no le habían dejado colgado, la primera y la última fue la reina del baile del instituto a la que Guzzest le dedicaba caricaturas y poemas, la desgraciada nunca se presentó a la cita, nunca acudió aquel día al cine, y Guzzest vio una y otra vez Golfus de Roma para salir de una gran y profunda depresión que le acabó de moldear ese carácter tan particular. Cansado y hambriento, se sentó a fumar un pitillo y entonces vio un enorme y suculento ganchito con sabor a queso justo delante suyo que había quedado enganchado a las ruedas de Alison75, se acercó lentamente para luego hincarle el diente como un desesperado, cuando llevaba medio ganchito ingerido, escuchó una agónica voz.- “Déjame ir, no me comas, no sabes quién soy?, soy el Oráculo, puedo ayudarte, de verdad, que necesitas saber? Te lo diré y después dejarás de comerme, verdad amigo?.- dijo el ganchito.- Vale, vale.- dijo Guzzest con un trozo del Oráculo en la boca.- pues, ahora que lo dices, necesito saber como volver a mi forma original, alguien me dijo que necesitaba un animal, o una especie única, o yo que sé, que sólo quedaba un individuo, y que me hacía falta para no sé que conjuro.- dijo Guzzest mientras seguía engullendo al Oráculo. - Querido, me han hecho esta pregunta hoy dos veces, y te diré lo mismo que al otro ser: “Encontrad a un hombre, no a un animal. Encontrad a un ser con una visión especial. A un ser flacucho, con habla extraña. Nada de conjuros, nada de magia. Harás lo que él te diga. Sin ascos, sin mala gana. Él tiene la solución, te entregará un nuevo mañana, la luz saldrá, verde, roja, o amarronada.”, este es el mensaje del Oráculo, esto es lo que venias buscando, ahora, deja de morderme y suéltame de una vez, que me sueltes te digo, no, no lo hagas, nooo!.- Y así fue como Guzzest, hambriento, se comió al Oráculo, y después de eructar, miró al cielo, levantó el puño y gritó: “Whooooo are you? Who, who, who, who? Whooooo are you? Who, who, who, who? I really wanna to know. Oh, I really want to know. C'mon tell me who are you, you, you? Whoooo are youuuuu?”

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