
El disco comienza algo tímido e inseguro con “Prelude” aunque es sólo medio minuto hasta que aparece la preciosa balada que da nombre al álbum “A strange arrangement”, enseguida enamora y recuerda a aquellas primeras baladas de Jacko, qué delicia!. Pero luego empieza la verdadera fiesta con “Just ain't gonna work out” y ese falsete de negro castrado díficil de conseguir para un jovenzuelo blanquito como Mayer, “Maybe so, maybe no” es una de las mejores canciones pop que he escuchado en los últimos dos años, pegadiza, bonita, con un rollo sexi inalcanzable para la mayoría de músicos de nuestros días. Sigue la fiesta con “Your easy loving ain't pleasing nothing” que es el “you can´t hurry love” particular de Mayer, y la verdad no tiene nada que envidiar al superclásico de la Motown, luego se da paso a otro falsete tremendo, otra balada de escándalo “I wish it woul rain”, bufff, estoy totalmente alucinado con este pedazo de disco. Y seguimos para bingo con una composición digna de los Jackson 5, vaya groove que tiene “Make her mine”, ooooohhhhhh, no tengo palabras. El comienzo de “One track mind” recuerda y mucho al “Baby love” de The Supremes del que toma, a lo mejor, demasiado prestado. “The ills” con su aire festivo y juvenívolo me hace fácilmente feliz, otra vez ese falsete juguetón y esa ganas de coger la vida por los cuernos y mandar a tomar por culo cualquier problema. Encaminándose al final llega el baladón “Shiny & new”, una 100% Motown con una voz grave y seductora llamada “Let me know” que en algún pasaje me recuerda a aquella composición de Ray Davies llamada “Stop your sobbing” y que The Pretenders se encargaron de llevar a lo más alto de las listas y para cerrar “Green eyed love” una maravilla que te hace querer escuchar el disco de nuevo. El soul ha vuelto, amigos, y yo no lo pienso dejar escapar.
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