Llevo un par de semanas algo estresado. Cansadico por culpa de las chapuzas caseras, el pintado de las paredes, la limpieza en masa, la compra y el montaje de muebles, y además por levantarme entre pitos y flautas cada día antes de las ocho de la mañana cosa que para mi es la releche pues he de recordaros mi problema crónico de insomnio que hace que duerma únicamente unas cinco horas diarias. Ya digo, voy agotado. Para rematar además de estas labores domésticas añadiremos el ir a trabajar y el acompañar como mandan los cánones a mi señora al ginecólogo. Pero no todo es horrible, he perdido esos dos quilitos que me sobraban y que se encabronaron en mi panza durante mis pasadas vacaciones menorquiles. Volviendo al tema, el viernes estaba ya hasta los mismísimos cojones y aprovechando que mi padre había terminado de ayudarme el día anterior me escapé a gastarme los cuartus en ocio de manera compulsiva y poco meditada. Así pues además de hacerme con un aparatico para ver la tdt en el portatil y un nuevo teclado para el sobremesa, me compré el nuevo disco de Arcade Fire que me tiene loquito y dos compilaciones económicamente irrechazables. Por un lado un recopilatorio doble de The Cranberries que me agradó mucho escuchar el sábado mientras realizaba el montaje de Ikea y otro muy bien parido de The Doors que si bien no me aporta nada nuevo siempre es de agradecer para mi afán coleccionista. Pero la razón de que os esté dando la murga es porque me hice con la novela gráfica “Una vida errante” de Yoshihiro Tatsumi, un aciertaco.
Yo no había oído al tal Tatsumi en mi puta vida y eso que al parecer es una descomunal figura en la historia del cómic japonés, cuya obra goza de reconocimiento mundial. Es el padre del gekiga, un tipo de cómic diferente, más culto y literario que la mayoría de los manga de su época, y que puede considerarse el equivalente de la actual novela gráfica. No sabía quién era, lo siento, aunque si recordaba la portada de la novela gráfica en alguna buena crítica leída por ahí. Así que con el descontrol comprador que llevaba no tardé mucho en hacerlo pasar por caja. El cómic es una especie de autobiografía separada en dos volúmenes (yo sólo me compré el volumen uno) que suman un total de 850 páginas más o menos en las que se nos cuenta como llegó Tatsumi a ser un dibujante cojonudo. Pero lo realmente interesante de todo es saber como estaba la sociedad japonesa desde la década de los cuarenta y como ha ido evolucionando su sociedad desde esa fecha siempre girando la historia alrededor del mundo del cómic. Prácticamente me lo he zampado todo y lo único que me jode es no tener ya en casa el segundo volumen. Joder! no se puede tener todo en esta vida...
Sobrevalorado.
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