Clásicos nikochianos: WAITING FOR THE SUN (1968)

The Doors es sin duda alguna uno de mis grupos predilectos, con total seguridad los colocaría en mi top 5 de bandas indispensables del rock. Fueron únicos e irrepetibles, no sólo por la presencia descomunal de Jim Morrison quien con sus letras, su presencia escénica, su chorrazo de voz y sus líos con la justicia dignificó al rock sino también por los excelentes músicos que le secundaban. No podemos pasar por alto a Ray Manzareck que musicaba los poemas de Morrison y les dotaba de un sonido especial gracias a su órgano, realmente fabricaba magia, y tampoco podemos negar lo buen guitarrista que era Robbie Krieger o lo buen batería que fue el amigo Densmore. Siempre el grupo ha vivido a la sombra de Jim pero para ser sinceros no se podría entender el grupo sin ellos. Juntos facturaron seis imprescindibles discos que siempre que puedo escucho y siempre que me lo permiten claro, porque a mi amada nikochana le pone de los nervios el órgano y todas las canciones de Morrison, dice que son para locos, tarados o algo así. Por eso sigo disfrutando a escondidas de este maravilloso grupo cosa que lo hace aún si cabe más excitante. Pues bien, The Doors tienen un par de discos que en las puntuaciones de los expertos bajan algo en la nota final, son “Waiting for the sun” y “The soft parade”, para mi ninguno de ellos malo y ambos interesantísimos, tal vez no lleguen al nivel del debut pero son dos discazos que aprovechando que me compré el librito de Vitoria el otro día podría denominar como ocultos, “Waiting for the sun” que apareció en 1968 es además uno de esos clásicos nikochianos a los que suelo acudir demasiado a menudo. Un discazo en toda regla.

“Waiting For The Sun” (1968): 01.- Hello, I Love You/ 02.- Love Street/ 03.- Not To Touch The Earth/ 04.- Summer's Almost Gone/ 05.- Wintertime Love/ 06.- The Unknown Solider/ 07.- Spanish Caravan/ 08.- My Wild Love/ 09.- We Could Be So Good Together/ 10.- Yes, The River Knows/ 11.- Five To One

El inicio del disco es demoledor, todo empieza con una de esas canciones que sabes que serán un éxito instantáneo y que perdurará durante décadas. Un hit cojonudo llamado “Hello I love you” que seguro que cualquiera en este planeta ha escuchado alguna vez. En contra de The Doors hay que decir que la base de la canción es claramente el “All day and all of the night” de The Kinks que si me permitís es aún mejor y creo recordar haber leído por ahí que el señor Davies les metió un pleito del copón aunque luego lo retiró al conocer al amigo Morrison. Tal vez el tomar unas cañas juntos les hizo sellar la paz, ya que lo de beber a mansalva se les daba por esa época a los dos de lujo. “Love Street” es una preciosa canción que incomprensiblemente se queda siempre fuera de las compilaciones pero que para mi gusto es una de las mejores del disco, sencillamente hermosa. Luego viene la frikada de siempre que suele no tolerar el personal y que a mi particularmente me alucina, esta vez la canción es “Not to touch the earth” que es un fragmento musicado del poema “Celebration of the Lizard King”, acojonante: “I am the lizard king, i can do anything”... La verdad es que les quedó muy guapa la canción pero en el disco no predominan ese tipo de canciones sino que encontramos maravillas pop cercanas a las baladas pisodélicas como las dos siguientes: “Summer's almost gone” y “Wintertime love” que te dejan en un estado lisérgico inigualable para luego rematarte con la antibélica “The Unknown soldier”. Puro Jim. Descomunal canción que contenía ese fusilamiento simulado del soldado, y ese desvanecimiento en directo de Morrison para acabar a lo grande con un subidón que ni te cuento. Sorprenden luego con "Spanish Caravan” que es curiosísima y chula porque sí, mezclando la psicodélia californiana con el flamenco, el rock ácido de L.A con el genio de Albéniz. Magistral. Tal vez el cántico indio-americano de "My wild love” es lo más flojo del disco pero enseguida vuelven al buen camino con el pop juguetón de “We could be so good together” que es simplona pero muy efectiva, es de esas que me gusta cantar en la ducha. Para encarrilar el final tenemos la preciosa balada “Yes, the river knows” y el pelotazo inconmensurable de “Five to One” que deja un gran sabor de boca con su rock provocador, político y salvaje. Curiosamente la canción que da nombre al disco “Waiting for the sun" no aparecería en este disco sino en el “Morrison Hotel” de 1970 que os recomiendo para ayer. “Waiting for the sun” es un excelente disco a reivindicar que a veces entre tanto discazo queda relegado a un injusto segundo plano pero la verdad es que es todo un clásico, un clásico nikochiano.

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