

Si que es verdad que la peli va integramente del judaísmo (contextualizado en yanquilandia y en el albor de los setenta) y sus condiciones pero, lo aborda con una tono satírico, grotesco, se rie abiertamente de sus dogmas, tradiciones y puñetas varias (quizá demasiado según lecturas). Lo peor a la hora de vender el asunto es, como recurrentemente todos sus detractores señalan, su ritmo ex-profesamente lento (son más los Coen de la antepenúltima que de la que le sigue). También hay quien dice que hay historias (supongo que esto va por lo del hermano más que nada) que quedan desdibujadas o inconclusas... Bueno, esto segundo se contesta fácil, pienso yo, basta con atender al nombre del film (esto es, exclusivamente, lo que le pasa a Larry Gopnik, el resto es meramente para adornar -con mayor o menor puterío o interés a suscitar-), y lo primero no debería importunar demasiado a los seguidores coenianos, no es nada nuevo (tiene un ritmo similar a cosas ya vistas en ellos). Por lo demás, todo en su sitio. Burwell vuelve a poner una música (que como siempre aparece y desaperece a conveniencia) de narices que aquí además se complementa con hits de los Jefferson Airplane o algún tema de Hendrix y con alguna que otra cantinela del folklore judaico. Los actores (salidos todos de la tele y de algún que otro -y como mucho- papel secundario para el cine) lo hacen muy bien todos en su misión de envolver a ese amargado y retraido protagonista perfectamente recreado por Michael Stuhlbarg. Destacaría especialmente, eso si, al joven actor Aaron Wolf que interpreta al porrero del hijo.
En cuanto al desarrollo de argumento (cuidado con los spoilers que van a ir que vuelan) decir que está francamente bien parido. Solo empezar la peli sobre fondo negro aparece la frase "Toma las cosas como vienen" (es decir no te cuestiones nunca nada), y ese mantra tan arrelado a esa religión marca todos los rasgos de comportamiento del protagonista (antes por cierto, veremos un breve corto introductorio tan brillante como bien calzado que no tiene nada que ver con el resto del film pero que sirve bien para contextualizar lo que esa máxima refiere). Así que entre la mujer cuyos designios (que perrerías sería más correcto) sigue a raja tabla y que le quiere dejar por un tipo que es un auténtico hijo de puta disfrazado con piel de cordero (que ya tendrá lo suyo), los hijos que son a cual más insoportable, los rabinos cuyas "soluciones" no hacen sino recrear lo que ya leímos sobre fondo negro al principio dándole mil vueltas a lo mismo para dejarlo igual, los vecinos raros, los abogados chupasangre, las excentricidades y chaladuras del hermano y las varias putadas de distinta índole que se le van cruzando, uno no acaba de entender como al desdichado Sr.Gopnik no le da por huir con lo puesto o pegarse un tiro... claro que eso no sería "tomar las cosas...". Lo mejor, o casi, porque hay otra cuestión de sobresaliente (que ya pondré en lo de "a favor") es el precioso final a poco que uno se lo piense un mínimo... El pedazo de desgraciado lleva toda la vida queriendo ser "un tipo serio", tomando las cosas como le llegan (perdón por la reincidencia pero es que es el concepto madre del asunto) y haciendo lo que él cree (en base a las cosas inculcadas a tizón ardiente por su religión) es correcto. Pero, claro, todas las mierdas que le pasan le han dejado a medio paso de la ruina así que cuando ve el sobre con pasta que un padre coreano le ha hecho llegar de forma "anónima" a fin de sobornarle para que su hijo apruebe cuando ya había suspendido (no he comentado, excuse me, que el prota es profe de mates) el tipo serio al final claudica y vemos como borra la nota de su alumno tras pensarlo mucho... Después de esto, las dos últimas secuencias del film son una llamada de su médico que le urge a pasarse por la consulta para comentarle algo de unas radiografías que es mejor no tratar por teléfono y, seguidamente, un enorme tornado que se dirige directo al patio de la escuela de su hijo (plano final con cogote del niño, tornado de cara, fade in black y pa la casa). Amén.
A FAVOR: a parte del muy bonito final, actores y música. conviene destacar también las secuencias oníricas de la peli que (como siempre con los Coen) están de puta madre. Y en síntesis: el que es básicamente un ejercicio de cine -lento o no- cojonudo y con una personalidad a tener en cuenta... Quedando muy lejos de la media docena de títulos insaltables de los hermanos, vuelven a demostrar que unos Coen entonados y aún sin una gran historia valen más que el 99% del cine actual del planeta. Gran sátira que no comedia al uso del tema a tratar.
EN CONTRA: lo controvertido del ritmo. Hay quien lo celebrará (el esfuerzo por plasmar lo aburrido, monótono y rutinario de la existencia del prota es casi compulsivo -valga por ejemplo los planos generales de la impersonal urbanización donde reside en la que por no pasar nada no pasa ni el viento-) y hay quien la detestará tildando el cocido de pretencioso e innecesariamente lento... A gustos que va el asunto.
GUZZTÓMETRO: 8/10
Qué majo leñe, me hace promoción y todo. Lo único que me he fijado en que hay un momento del texto que he puesto "conseno" en vez de "consenso"... a saber en que andaría pensando...Bueno bien mirado ya se sabe: "en casa del herrero cuchara de peras".
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