Clásicos nikochianos: 13 (1999)

Cuando reflexiono sobre los últimos grandes nombres del pop inglés me rechinan los dientes aunque con el paso del tiempo un marcianito como yo se da cuenta de lo alargada que es la sombra de Damon Albarn. Su música ha madurado espectacularmente como se puede observar en su proyecto paralelo llamado “The Good, The Bad & The Queen” que formó junto a Tony Allen, Simon Tong y el “Clash” Paul Simonon, aquel fue un disco de etiqueta, sublime, perfecto, adulto y moderno. Lo tenía todo, claro, tenía a Damon. Tampoco puedo dejar de reconocer que aunque no sea mi estilo me impresiona la creatividad y la libertad que el propio Albarn se proporciona en Gorillaz y la facilidad que tiene para crear singles sin parar. Gorillaz era un grupo tan numeroso cono inexistente pues todo salía de la cabeza del líder indiscutible de Blur. Y aquí es donde quiero ir a parar, a Blur. Siete discos que incluyen un debut prometedor pero flojo (Leisure, 1991), al que siguieron cuatro obras de notable para arriba: “Modern Life Is Rubbish” (1993), “Parklife” (1994), “The Great Escape” (1995) y el espectacular “Blur” (1997). Y con “13” (1999) llegaron los problemas, el cansancio, la irratibilidad y el agotamiento mental. Con el decepcionante “Think Thank” (2003) se tomaron un descanso, no fue una separación oficial, nunca dijeron que se separaban pero lo que está claro es que Graham Coxon tenía muchas ganas de tomar una carrera en solitario y hacer lo que le dictara el corazón o lo que le saliera de los huevos, carrera que nunca ha obtenido el éxito de la banda, por eso y porque estaba cansado de Albarn, entregado a drogas y el alcohol debido a una dolorosa ruptura amorosa, dejó Blur.

Tal vez “13” es mi disco favorito de Blur, no es el mejor y lo sé, pero es mi preferido. Desde la portada que es estupenda y que no es más que un dibujo al óleo de Coxon llamado Apprentice, pasando por esas canciones fantásticas que se te meten en la cabeza para no abandonarte nunca pero que requieren de varias escuchas para dejarnos apreciar su gran calidad, hasta llegar a esas letras descomunales tal vez demasiado influenciadas por la ruptura de Mr. Albarn con Justine Frischmann (Elastica). Pop perfecto, sin fisuras. El disco lo abre esa maravillosa canción que es “Tender”, esa guitarra delicada, esa voz a punto de romperse por la tristeza, ese gospel que te pone el pelo de punta, ese final apoteósico, Coxon dejándose la piel, y esa melodía…. qué bonita, coño!. Y depués de siete esplendorosos minutos llega “Bugman”, una verdadera joya del pop de final de siglo, una marca de la casa. Estupenda. Y siguiendo con este inicio inmejorable llega “Coffe & TV”, un clásico instantáneo, una letra acojonante, todo muy “kink” porqué no decirlo, y un videoclip inolvidable. La siguiente canción “Swamp song” es pura experimentación, ya no es britpop, ahora son una banda diferente, una banda a la que es difícil etiquetar y esta canción es una prueba de ello, una canción que te gana poco a poco. “1992” nos da un poquito de tregua aunque parece que fue la semilla que luego se convirtió en “The Good, The Bad & The Queen”, una extraña y relajante canción que no podemos decir que sea una balada pero sí que se aproxima a esas extrañas canciones que solía hacer mi admirado Peter Gabriel. “B.L.U.R.E.M.I” es puro blur, o es puro punk de los setenta, o es algo que suena a The Clash a las puertas del nuevo siglo, muy en la línea de “Bugman” o “Swamp song” pero con ese regusto retro aunque no lo diríamos por esos locos sintetizadores. A estas alturas del disco los Blur nos ofrecen la extraña y alucinógena “Batle” para enseguida mostrarse sensibleros, bueno, es Albarn quién nos abre su corazón, caen en un plis plas “Mellow song” y “Caramel” que nos hablan de esa ruptura tan dolorosa con “Trailerpark” de por medio que podría ser la banda sonora de un sueño Daliniano que no Dylaniano. Y entonces llega mi canción favorita del disco, “Trimm Trabb”, para mi gusto una de las mejores canciones del grupo y de Albarn. Hipnótica, dulce, bella, dolorosa, triste, y rabiosa. Con un ritmo afro-techno que luego se puso de moda, y al final de la canción una guitarra demoníaca. Escuchadla panda de hijosdeputa!. La siguiente es nada más y nada menos que “No distance left to run” que es una puta delicia, carne de greatest hits, una cancionaca melancólica para los días de lluvia con ese falsete de Damon que se me clava en el corazón. Y para acabar, “Optigan 1”, una extraña pero linda canción instrumental. “13” como dije no es su mejor disco pero sí es mi favorito, no eran los Blur del Britpop sino los Blur experimentales y melancólicos, tal vez eran un avance de los Blur que serán próximamente ya que es seguro que todos ellos publicarán en breve un nuevo disco, el octavo. Lo que está más claro que el agua es que "13" es todo un clásico, un clásico nikochiano.

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