Niko is coming to town...

Después de mi etapa checa he vuelto con las pilas cargadas de Praga, ciudad preciosa demasiado pendiente de la afluencia turística en mi modesta opinión. Me ha encantado su barrio judío (Josefov) con sus mil sinagogas, su cementerio y su museo del holocausto, los alrededores del castillo (Mala Strana), el propio castillo, esa calle conocida como la “calle del oro” que es preciosa aunque algo explotada turísticamente, me encantaron sus plazas llenas de vida, adornadas para navidad con mil puestecitos de artesanía y donde se podían comer dulces típicos para la ocasión o alguna salchicha al uso. El reloj es bonito pero me ha decepcionado, muy simplón. La representación de marionetas de Don Giovanni fue correcta, incluso bastante divertida, pero tal vez deberían cuidar algo mas la estética y la puesta en escena pues todo estaba bastante deteriorado. Pero lo mejor es pasear por sus calles sin rumbo, disfrutar de ese río que le da un sabor especial a la ciudad y como no, disfrutar de sus mil puentes, plazas y torres. Me ha gustado su gastronomía aunque la verdad en ese aspecto flojean, carnes de caza estofadas sin mas que ellos llaman goulash con alguna que otra guarrería llamada knedlíky que sirve para acompañar a los goulash, son una especie de pastelitos de pan cocido, patata rallada o de pan con bacon. Y de la cerveza, bueno, pues que no es para tanto, barata, pero flojita, flojita. Una ciudad que se puede ver en tres días perfectamente, bueno se puede ver su centro histórico porque la ciudad es muy grande aunque como turista no se llegue a apreciar. Una ciudad muy romántica en esta época con su misteriosa niebla engullendo las calles y los puentes y que ha deparado una sorpresa inesperada a nikochana que la dejó sin habla. Y es que Nikochan es todo un galán, y ya se sabe lo que tiene ese estado de atontonamiento llamado amor a pesar de llevar con ella unos quince años. Bueno, un viaje corto, agradable, romántico y que traerá cola, ya os explicaré en otro momento. Ah, por cierto, quiero darle las gracias al señor “abanderado” por su contribución a la humanidad, sin sus calzoncillos largos y su camiseta interior tal vez no hubiese sobrevivido.