Llevo unos días alicaído, sí, algo tristón no voy a negarlo. No sé porqué pues no tengo muchos motivos para quejarme. Las cosas en general marchan bien, algo monótonas pero bien. El trabajo no me llena en absoluto eso es un problemilla pero es sólo trabajo, además con mi risueña hija de siete meses y mi santa esposa voy más que servido para qué negarlo. Tampoco diré ahora que soy un tipo al que le guste estar con mucha gente e ir de aquí para allá pero desde luego extraño de vez en cuando una buena quedada con amigos, una buena tertulia con discusión incluída o simplemente una quedada para ver un partidico de fútbol o picarnos con algún juego de naípes tipo “encabido” o dándole a mi nuevo vicio, ya sabéis, el de los juegos de mesa. Es por eso que al verme tristón mi señora me hizo un regalico sin venir a cuento. Un jueguito de cartitas la mar de majo que estrené con mis hermanicos (otros con los que debería quedar más) y que triunfó de lo lindo a pesar de ser ligerito y simplón, eso sí, adictivo como él solo.
En el artefacto que lleva por nombre “Archaeology” nos ponemos en la piel de arqueólogos que tendrán que recoger tesoros, acumular los de un tipo y acabar vendiéndolos al museo para obtener los machancantes necesarios que nos harán ganar o perder la partida. Se reparten 4 cartas por jugador, se colocan cinco cartas boca arriba que harán de “mercadillo” (en él podremos cambiar unos tesoros por otros siempre que el valor sea el mismo) e intentar conseguir cartas de “mapa” para obtener tesoros de la pirámide. En un turno uno tiene que robar una carta, luego puede cambiar en el mercadillo, vender cartas al museo y/o rebuscar en el pirámide si tiene “cartas” de mapa. Al coger carta puede salir un ladronzuelo lo cual significa que le robaremos de inmediato carta al jugador al que tengamos más rabia (en mi casa siempre es a Black Meeple) y si sale la tormenta de arena la mitad de las cartas de cada jugador se van al mercadillo. El juego acaba cuando los jugadores se quedan sin cartas en la mano. La puntuación final depende de los tesoros vendidos al museo y del valor de éstos. Por ejemplo: si tenemos jarrones, sólo podremos venderlos al museo o de uno en uno, o en pack de dos, la puntuación de la venta se indica en las carta de cada tipo como podéis ver en la foto de arriba. Igual no me explico bien pero es muy pero que muy sencillo y muy pero que muy adictivo. Un juego ideal para principiantes de los boardgames o ideal para meterse entre pecho y espalda entre un “Vickings” y un “Stone Age”. Muy recomendable, al menos a mí me subió el ánimo.
Here I am! un abrazo y ánimo.
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