A pesar de no prodigarme mucho en las partidas ilegales caseras que mi hermano Black Meeple monta en su hogar normalmente a altas horas de la madrugada a pesar de tener ya dos churumbeles de 1 y 3 años cada zagal con pinta de en pocos años ser unos auténticos hijosdeputa en los juegos de mesa (sobretodo el peque que parece estar maquinando todo el tiempo a lo Stewie) me he enganchado a los jueguecitos de antaño dejando a un lado el mundo consolero. Sí, es mucho más divertido sentarse en una mesa y compartir una experiencia divertida o salvajamente hijoputesca dependiendo de quienes sean los jugadores que sentarse a tocar botones para matar a un zombie que quiere acabar con nosotros. Bueno, eso también mola. Lo de “juegos de antaño” es más que nada porque son juegos de mesa no porque su temática sea antigua, además creo que es un movimiento que en el país de la bellota está repuntando y cada vez sé de más gente enganchada y cada vez conozco más tiendas que se dedican al comercio del ocio. Primero llegó a mis manos “Catán” que últimamente ha resucitado gracias a la extensión para 6 jugadores y luego le metí caña al “Ticket to ride”, ambos son grandes juegos familiares para iniciarse en el mundillo. Más tarde me regalaron dos joyas para jugones como son “Bootleggers” y “Vikings”, y tengo que reconocer que me pirro por ellos. Después la inercia me llevó a varias incursiones en juegos menos densos como “Taluva” o “Wasabi” y diversos de cartas más ligeritos pero de darle a la sesera. Finalmente este verano me hice con “Carcassone” que no me defraudó y que recomiendo a toto el mundo. Juegaco. Pero mi cuerpo pide más, ahora entiendo a mi hermano. Es como una droga, juegas a uno, te gusta, lo compras. Juegas a otro con amigos, y luego a otro y tu bolsillo empieza a pasarlas canutas. Mi última adquisición ha sido una locura llamada “Ubongo”. Divertidísimo, adictivo y muy, muy estresante.
La edición española es muy bonica y la distribuye “Homoludicus” que han mantenido el diseño inspirado en África, y para ganar deberemos obtener piedras preciosas. De piedras preciosas hay de varios colores pero no ganará quién más coja sino quién tenga más de un mismo color. Eso cuando juegas le da un ligero toque de estrategia dentro de la locura de los puzzles. Sí, he dicho puzzles. Porque para conseguir las piedras antes tendremos que resolver un puzzle con unas piezas a lo tetris. En total hay nueve turnos, pulután cada jugador deberá resolver nueve puzzles. Los puzzles están en unas tarjetitas que tienen a un lado 6 símbolos africanos como por ejemplo una máscara, una serpiente, un elefante, etc.., etc, y al lado de cada símbolo las piezas necesarias para resolver el puzzle que es para que os hagáis una idea como un tangram. La secuencia de juego es la siguiente: el primer jugador agarra el reloj de arena y el dado, todos los jugadores tienen delante su tarjeta del revés. Se gira el reloj, se tira el dado, y los jugadores al ver el símbolo giran rápidamente la tarjeta para coger las fichas necesarias que indica el símbolo para realizar el puzzle. El primero que lo consiga en el tiempo debe gritar “Ubongo!” y así sucesivamente hasta que acabe el tiempo. Acabar el puzzle da derecho a coger dos piedras preciosas. Dichas piedras están distribuidas a lo largo de seis líneas, el jugador que consiga primero resolver el puzzle en tiempo podrá moverse tres líneas, el segundo dos y el tercero una, el último si es que lo consigue no se podrá mover pero todos cogerán si lo han conseguido dos piedras consecutivas de la misma línea. Pero ojo!, todo eso antes de que el tiempo se agote. Como dije, el que más tenga de un color gana, cosa que francamente es difícil de conseguir más aún si ya llevas unas copas de más como fue el otro día mi caso. “Ubongo” es un juego para todos los públicos, muy cachondo que tiene la utilidad de animar al personal para afrontar retos mayores. Y cuidadín con la versión en 3D o la extensión “extreme” que pueden ser la releche.
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