Un ser llamado Guzzest. Capítulo 33: are you lonesome tonight?
- La madre que parió al vino de garrafa, que dolor de cabeza, y por cierto, dónde narices estoy?- se preguntaba Guzzest mientras observaba las cuatro paredes de la habitación. Como la luz cegaba sus ojos y le producía una migraña sobrenatural decidió ponerse las gafas de sol que había encima del teclado del ordenador.- Pero que es esto, unas gafas mágicas, si veo mujeres desnudas, y, cigarrillos, y vino, viva el vino!, y mujeres desnudas, ya entiendo…- Guzzest descubrió que las gafas le permitían ver todo aquello que él deseara, y pensó lógicamente en una puerta para poder salir, y ahí estaba, con su marco y su pomo, que preciosidad, la abrió y sin querer al abrirla se golpeó el pié con la puerta e hizo el ademán de atravesar a la otra estancia dándose un morrocotudo golpe en el labio que no dejaba de sangrar y partiendo las gafas en dos. Se guardó las gafas en el bolsillo y atravesó la puerta, estaba en una especie de pasillo, con cámaras de vigilancia en cada esquina, y empezó a buscar la sala donde se encontraban dichas cámaras, atravesó varias puertas, subió y bajó por numerosas escaleras, y nada, ni rastro de la sala ni de gente, parecía que no había nadie, entonces, por megafonía sonó la voz del Dr. Nikochan. - Buenos días Guzzest, veo que descubriste las gafas, siempre estuvieron ahí, siempre pudiste escapar, pero el vino te perdió, eres lo mas bajo de la sociedad, ahora mismo me voy en mi nave, voy a conocer al Oráculo, él me dirá como volver a mi forma, por lo que he leído sólo uno de los dos puede, puesto que se necesita un extraño animal del que sólo queda un individuo de su especie, una lástima, tu nunca saldrás de aquí porque te he preparado una sorpresa, además del laberinto de túneles tendrás que librar con un antiguo amigo tuyo que te tiene una gran estima, te dejo con él, buena suerte, ja, ja, ja ,jua, jua, jua!.- Maldito seas Doctor, me tienes hasta los mismísimos, ya nada me sorprende, que me has preparado?, quién hay ahí, habla cobarde, habla! – gritaba Guzzest totalmente acojonado. En ese momento, Guzzest, notó como un frío intenso recorría su voluminoso y blandito cuerpo, se escuchaban unos gemidos y unas risas orgásmicas, entonces comenzó a sonar una canción a capela: “Are you lonesome tonight, do you miss me tonight. Are you sorry we drifted apart. Does your memory stray to a bright sunny day. When I kissed you and called you sweetheart…..”. Guzzest supo en ese momento quién había detrás de megafonía, escuchó al momento como se habría una puerta y se cerraba otra de golpe, y notó como alguien corría por los pasillos, buscándole furtivamente. Guzzest empezó a correr y a correr, pero no había salida, cada vez estaba mas cerca, tropezó con unas cajas, cayó al suelo, y encontró un esparadrapo, cada vez ese individuo estaba mas cerca, y mas, y de golpe cada uno estaba a un lado del pasillo, cara a cara, Guzzest miraba a Ude, y Ude sonriendo entonó: “Is your heart filled with pain, shall I come back again. Tell me dear, are you lonesome tonight”, y empezó a correr hacía Guzzest, que con gran puntería lanzó todo lo que había en las cajas contra la cabeza de Ude, esparadrapos, tijeras, tiritas, efferalganes, las cajas, y ganó unos segundos decisivos para huir, mientras corría, sacó las gafas rotas, estiró del esparadrapo y con cierta pericia pudo volver a colocar las gafas a su forma correcta, estaba al final del pasillo, Ude le había alcanzado, y no había salida, se puso las gafas, pensó en una puerta que le condujera a la azotea del edifico y en su querida nave Alison75 que había perdido en un accidente hacía algún tiempo, y pasó por la puerta se quitó las gafas y la puerta despareció, dándose Ude un fuerte golpe contra la pared, Guzzest subió las escaleras corriendo, vio su nave, saltó sobre ella, giró la llave, y por fin podía escapar de esa prisión, una vez se alejo de las mazmorras, y no corría peligro alguno, puso rumbo hacía la casa de la bruja Munthes para que le dijera el paradero del Oráculo, le dio al piloto automático, se estiró en el sofá de su nave, a la que tanto echaba de menos, y puso una de sus cintas favoritas: “Alison, I know this world is killing you. Oh, Alison, my aim is true. My aim is true.”
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