Guzzest y el método Khojondestrozeeeer
Siempre cree el enfermo que su enfermedad es la peor, la mas dolorosa. Así pues, el propietario de unas buenas caries piensa que como el dolor de muelas no hay nada, el del oído agujereado piensa lo mismo, lo de la menstruación es incontestable, lo de la fisura anal no quieras saberlo y no se te ocurra discutirle al que ha tenido piedras en el riñón que su dolor no es el mas sufrido. Guzzest, como habitante de este planeta, piensa exactamente lo mismo. Su dolor de espalda es incomparable a cualquier otro dolor que la humanidad haya conocido, ni muelas, ni oído, ni riñón, ni amputación de piernas sin anestesia, nada comparable a su dolor vertebral. Lo de Guzzest viene de largo, me explico, hace ya siglos que el muchacho conoció lo que era trabajar, así que decidió olvidarlo pronto, en plena efervescencia hormonal iniciados los noventa el tipo encuentra trabajo en la empresa Sony a las afueras de Barcelona, no de técnico ni de creativo, mas bien de mozo aunque eso sí, el tipo consiguió manejar un “toro”, olé tus huevos Guzz!. Cada día antes que los empleados municipales pusieran las calles, Guzzest giraba la llave de su coche y se dirigía a la planta a ritmo de Gun’n’Roses, pobrecico mío, me consta que escuchaba las obras de Faemino y Cansado, y no sé porqué motivo se grabó en audio la película de Kubrick “La naranja mecánica” intentando memorizar todos los diálogos, por cierto, os imagináis al tipo dándole al rec y permaneciendo cerca de dos horas en silencio mientras se graba el sonido de la película en cassete?, descomunal. En aquella dura época en la vida de Guzzest sucedió algo que le marcaría para siempre. No, no fue conocer a Nikochan, eso pasaría aún mas tarde. Lo que pasó es que al intentar cargar cajas en una mala postura su columna vertebral se fue atrofiando lentamente, sin prisa pero sin pausa, sus discos vertebrales fueron desapareciendo, así que el tipo estaba muy pero que muy jodido. Dejó la Sony y se buscó un trabajo en el que permanecer sentado ocho horas fuera una obligación, lo malo es que casi ninguna empresa tiene sillas dignas y la espalda se va jodiendo igualmente. De tanto en cuanto cogía alguna baja, duraba un par de días, luego haciendo excesos como el de intentar jugar al baloncesto durante veinte minutos le provocaban, además de vómitos y mareos, unas contracturas de lujo. Algún que otro traslado de piso, alguna ñapa en casa, escasez de deporte para fortalecer la espalda y un aumento considerable de su peso y volumen corporal han hecho que las bajas se alarguen indefinidamente y que su dolor vaya en un aumento imparable. Yo, como buen boticario, puedo darle algún que otro consejo, aunque los mas obvios como ibuprofeno, myolastan, nolotil, inzitan, fregas calientes, geles antinflamatorios ya los ha probado sin éxito alguno, así pues quedan pocas opciones, todas ellas arriesgadas, la mas conocida tal vez es la que popularizó Vlad IV de Rumanía, y que aplicó a todos los Turcos que se acercaban por sus tierras. El tipo, que era un santo aunque le tachen de sanguinario y vampiro, se percató que todos los turcos tenían un problema vertebral y decidió ayudarles gratuitamente. El método del empalamiento es el mas aceptado por grandes expertos como Nikochan, se coge un palo de madera de unos cuatro centímetros de diámetro y unos dos metros de longitud y se inserta vía anal intentando que el sujeto se mantenga a una distancia considerable del suelo. Gracias a este método la espalda de los turcos permanecerá durante generaciones rectísima y sin imperfecciones, lástima que muriesen millones de ellos en los primeros ensayos clínicos de la historia. Tristemente este método está prohibido por la Unión Europea, así pues no se lo aplicaría a Guzzest bajo ningún concepto por miedo a ser encarcelado. Por ese motivo sólo puede aplicarse el método “Khojondestrozeeeer”: se coloca desnudo al paciente de pie con un gorro de papel de periódico en la cabeza, una corbata amarilla a topos azules y calcetines rojos, cara a cara con el terapeuta, manteniendo las piernas separadas, cierra los ojos mientras con una mano se tira de la oreja y con la otra se agarra una nalga, grita al unísono con el terapeuta “Khojondestrozeeeer!!” y entonces se le aplica una descomunal patada en los testículos al paciente. Es en ese momento cuando el dolor de espalda desaparece, se olvida, se esfuma, no habrá resto alguno de molestia vertebral, eso sí, la aplicación local de hielo será inevitable.
cabrón.
ResponderEliminar