Iron & Wine. Sala Apolo 14/01/2008

Ayer los afortunados que pusimos los pies en la sala Apolo, asistimos al bautismo de Sam Beam como uno de los grandes del folk americano, si bien esto puede parecer mas fácil de lo que es con la presencia de músicos de la talla de Chad Taylor (The Sea & Cake), Benny Massarella (Califone), Matt Lux (Isotope 217), Leroy Bach (Wilco), Paul Niehaus (Calexico) y Patrick McCkinney y de su hermana Sarah Beam. Sam Beam ha ido creciendo con cada disco, desde sus propuestas mas intimistas en sus comienzos con The Creeck drank the Cradle y Our Needles numbered days, a una música rica en matices, llena de instrumentos de referencias americanas y étnicas, acompañada por una mayor energía y electricidad que cuando comienza a desmelenarse parece querer llegar aún sin éxito al Neil Young y sus Crazy Horses, pues bien, el concierto de ayer nos enseñó sus virtudes y sus carencias, nos vino a presentar el tal vez mejor disco del año, el disco de su consagración, y es que The Shepherd’s dog es un gran disco, un auténtico clásico nikochiano, pero que ayer quedo engullido por un concierto que pretendía demasiado o tal vez sea que el público esperaba otra cosa, creo que esperaba mas intimismo, mas delicadeza, mas Cinder and Smoke, mas canciones de ese estilo, y aunque las hubo, las hubo a cuentagotas y algunas de ellas versionadas y electrificadas perdiendo así su encanto original, pero todo no es malo, al revés si nos olvidamos de este tema, el concierto se basó en el último disco y eso ya es decir algo bueno, es una total garantía, el disco casi tocado entero, y se añadieron algunas canciones de sus otros trabajos, todo con un sonido compacto, marcado por el disco pero sobretodo por esa estupenda banda que le respaldaba, sonaron perfectas Boy with a Coin, Carousel, House by the sea, y se quedaron algo sosas White tooth man y The shepherd’s dog, les faltó mas violencia, mas agresividad, no terminaron de arrancar, aunque tal vez la guinda y el regalo final nos lo dejó con la maravillosa Resurrection fern, una joya. Así pues y como he dicho antes, por Apolo pasó el presente y el futuro de la música folk americana, del folk americano serio y no el de pandereta, no el de Devendra y sus colegas, y es que comparando sus shows, vemos a Sam a años luz del polifacético y lisérgico cantante de pandereta. Iron and Wine o Sam Beam como prefieran a encontrado un sonido, un estilo, una banda, y un público, todo eso se vio ayer, y aunque nos dejó un sabor amargo puesto que sabemos que podía ofrecernos mas y mejor, lo que vimos fue de una gran calidad, sabemos que delante de nuestro ojos tuvimos a un grande, así que esperamos con ansia su próximo trabajo y una nueva y no muy tardía visita.