Cadáveres bien parecidos


Estos últimos días he releído algo apresuradamente “Cadáveres bien parecidos” al descubrirlo detrás de un montón de libros que por enésima vez intentaba reordenar en un minúsculo espacio que queda en la vieja estantería del comedor y de paso quitarles algo de polvo. No recuerdo cuando lo adquirí, hace mucho tiempo eso sí, creo que aún vivía con mis padres, así que más de una década seguro. Yo tengo la edición de 1999 de la editorial “La Máscara” que dudo seriamente que aún exista. En cuanto a la portada, bueno, la portada, la que yo tengo, no es más fea porque no puede. El libro está escrito a cuatro manos aunque originalmente en 1987 apareció gracias a Jordi Serra i Fabra para luego en ediciones posteriores irse ampliando y entonces  apareció la figura de Jordi Bianciotto. Ambos firman la edición de la que hoy os quería hablar.

Siempre me ha atraído la mística del rock, la leyenda. También la crónica rosa, no lo voy a negar a estas alturas y es que yo soy mucho del chafardeo entre bastidores.Pero desde que yo recuerde siempre me ha atraído el otro lado del artista, el humano, el que puede llevarle a excesos, adicciones. El sexo, las drogas, el rock’n’roll. La fatalidad, la crónica negra.

El libro como podéis suponer por su título trata las muertes de los grandes artistas. De Buddy Holly a Kurt Kobain. De las muertes por excesos como la trilogía de las J's (Jimi, Jim y Janis) pasando por las extrañas circunstancias de la muerte de Brian Jones hasta los que se fueron por enfermedades de largo recorrido como Zappa, Mercury o Marley. Si tengo que poner algún “pero” al libro es el capítulo dedicado a los fiambres peninsulares que en mi opinión afean algo el resultado final porque de interesarme me interesan poco aunque también tengo que aplaudir aquellos que hablan de los que escaparon por los pelos. Como el capítulo titulado “Salvados por la campana” donde hablan por ejemplo del accidente de Dylan en moto después de la grabación de “Blonde on Blonde”, o el capítulo “Los que volvieron del pozo” que habla de la recuperación milagrosa de Clapton.

Este “Cadáveres bien parecidos” no es de lectura obligatoria, ni muchos menos, la verdad es que yo lo consideraría una buena lectura para el baño. Los capítulos no son excesivamente largos aunque si lo suficiente para comenzar a valorar esos instantes de paz que uno encuentra mientras mi hija golpea la puerta cerrada para que la abra con el argumento de hacer pis. No, no. Ni de coña. Esoty leyendo, un momento! y además todo esto pasa cuando uno encuentra una divertida anécdota, el libro está lleno de ellas, más que interesante como la de Stevie Wonder que al tener un accidente de coche perdió el sentido del gusto. No, no os riáis, no conducía él. Pero quedé sorprendido al saber que además del sentido de la vista había perdido también el del gusto. Cosas extrañas y raras.

En este libro encontraréis crónica negra. Asesinatos, suicidios, sobredosis, enfermedades letales y crónicas, adicciones mil y accidentes que marcaron época. Nada hubiese sido igual si alguno de estos personajes hubiese sobrevivido. No es un libro imprescindible pero si muy curioso. Y además os ayudará muy mucho a regular vuestro tránsito intestinal. Dejaros de actimeles y pasaros a los bien parecidos cadáveres.

2 comentarios:

  1. Lo tengo en pendientes querido amigo, muchas ganas hay de meterme entre los surcos del pecado y del exceso rockero. Me hace gracia porque estoy empezando la bio de Kobain, será un buen complemento. Buena crítica.

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  2. exactamente dada su fácil lectura y entretenida lo fui leyendo en el lugar mencionado. recomendado

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