Un ser llamado Guzzest. Capítulo 40: Guzzest's Army
La bala se acercaba cada vez mas, el disparo parecía ser definitivo, y justo cuando estaba a punto de impactar en el corazón de Guzzest, a éste le aparecieron unas gafas de sol y una gabardina negra y todo se puso a cámara lenta, se inclinó ligeramente y la bala le rozó la mejilla haciéndole una pequeña quemadura, al inclinarse perdió el equilibrio y la cámara lenta dejó de funcionar, cayó inevitablemente al suelo, dándose un fuerte golpe en sus delicadas vértebras. Un puñado de sal le cayó en los ojos al abrirlos, miró a su alrededor con los ojos al rojo vivo y vio a Nikochan con una peluca de sumo acompañada de su respectivo tanguita, el mismo oso panda de antes hacía las veces de juez y árbitro, comenzó el combate y Nikochan golpeaba con las palmas de las manos los pectorales peludos de Guzzest, quién aguantaba como podía el chaparrón de golpes y entonces en uno de esos agarrones típicos del sumo, a Guzzest se le soltó el tanga y quedó, por tanto, como su santa madre lo trajo al mundo, avergonzado pensó en su ropa, en su casa, su dulce hogar, su planeta, y entonces, sucedió, la batalla se trasladó al pequeño planeta de Guzzest, llevaba su camiseta de Batman totalmente inmaculada, sus bermudas blancas, y sus bambas verdes, estaba en su territorio, era SuperGuzzest, Nikochan estaba aterrado, eso nunca se le había pasado por la cabeza, y aún se asustó mas cuando Guzzest se empezó a multiplicar, había Guzzests por todas partes ataviados con trajes de pantalón negro y chaqueta granate, con una camisa de rayas cuatro tallas inferior y todos ellos con unas gafas de pasta negra, y mientras se le acercaban cantaban: “Guzzest's army is here to stay, Guzzest's army are on their way and I would rather be anywhere else. But here today..”, Nikochan corría y corría, en ese pequeño planeta no tenía escapatoria, pensaba en una salida pero parecía que el poder del planeta de Guzzest anulaba la magia de la habitación blanca, estaba atrapado en su maléfico plan, la armada le perseguía, se pusieron en línea, Nikochan cayó al suelo, se giró y se quedó pasmado, mas de mil Guzzest acostelliados le apuntaban con cañones, otros Guzzest con joroba colocaban en los cañones pedazos de quesos, de todas las variedades de queso que uno se pueda imaginar, cheddar, manchego, gruyère, cheshire, parmigiano-reggiano, raclette, edam, fontin, epoisses, herve, camembert, brie, bonchester, pencarreg, chaourc, requesón/ricota, queso feta, mozzarella, crema de queso, queso de cabra fresco, roquefort, gorgonzola, cabrales, danés azul e infinidad de variedades mas, todas ellas fueron disparadas por el cañón cuando el oso panda con parche en el ojo bajó la bandera roja. Nikochan estaba petrificado, abrió un paraguas pero rápidamente fue atravesado por los quesos mas duros, y acabó enterrado en toneladas de queso que con el sol se fueron fundiendo y produciendo una enorme masa que al secarse dejó a Nikochan atrapado e inmovilizado. Guzzest volvió a reunirse en un solo ser, no paraba de reír a carcajadas, sentado delante de Nikochan, se abrió una cerveza Moritz bien fresquita y se encendió un cigarrito, mientras fumaba preparaba el cañón que dispararía el queso definitivo que acabaría con Nikochan, un par de caladas y Boom!, Guzzest por fin había roto la maldición, ya no era un culo de color naranja, y Nikochan al fin había sido reducido, enterrado, y ahogado en apestoso queso. Guzzest siguió bebiendo y bebiendo, haciéndose una plácida catarsis en su amado hogar, sentado delante del montículo quesil finalmente se quedó algo transpuesto, adormilado, y de esa enorme lechosa masa fétida se pudo escuchar: “Niko calling to the faraway towns, now war is declared and battle come down, Niko calling to the underworld, come out of the cupboard, you boys and girls, Niko calling, now don't look to us…. Niiiiiko caaaalling…Niiiiiiko caaaalliiing…!!!!”
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