Cuando uno se enfrenta
a la extensa y maravillosa obra de un artista como el canadiense Neil Young le
es tremendamente difícil decidir cual de sus trabajos es el mejor, más aún
cuando hablamos de alguien que debe tener, sin exagerar, una docena de obras maestras.
Suele pasar que ese trabajo que uno puede considerar su gran obra lo es por
motivos ajenos a la música, normalmente motivos personales, de un momento
concreto de su vida. Lo que está clarísimo es que Young es vital para la
música, tanto con Buffalo Springfield y CSN como en su carrera en solitario.
Nada hubiese sido como es sin él, nada hubiese sido igual, y son de tal
perfección y belleza la mayoría de sus discos que uno queda totalmente abducido
por sus canciones, la verdad es que no cuesta mucho entregarse a ellas. Muchos
que me aguantáis desde hace tiempo sabéis perfectamente que mi disco favorito
de Tito Neil es “After the gold rush” (1970) pero sinceramente no creo que sea
mejor que “Everybody this is nowhere” (69), “Harvest” (72), “On the Beach”
(74), “Zuma”, (75), “Comes a time” (78), “Rust never sleeps” (79) por citar
unos cuantos de su primera etapa que simplemente son perfectos. Perfecto es
también el disco del que quería hoy hablaros, perfecto y tremendamente
doloroso, melancólico y bello. Una belleza cruda, un dolor real. Tito Neil
triunfó en 1972 a
lo grande con “Harvest”, el éxito apabullante le sorprendió pero su entorno se
desmoronaba día a día. Danny Whitten, guitarrista de los Crazy Horse moría a
causa de la heroína, y un amigo íntimo de Neil, Bruce Berry también le
abandonaba debido al abuso de las drogas. Young quedó destrozado y entró en ese
extraño estado de shock artístico al que sólo los Dioses pueden llegar y los
terrícolas soñar, y parió en medio del dolor ese insuperable “Tonight's the
night”. El disco quedó acabado en 1973 pero a Reprise Records no le pareció muy
comercial y lo dejó en un cajón abandonado hasta que a Tito Neil se le
hincharon los bemoles y decidió darle salida en 1975. La portada, totalmente de
luto, ya te da alguna pista de por donde irán los tiros pero al dejarlo sonar
las primeras notas te desarman, nada volverá a ser igual, nada.
Neil Young
- “Tonight's the night” (1975): 01.- Tonight's the Night/ 02.- Speakin' Out/
03.- World on a String/ 04.- Borrowed Tune/ 05.- Come on Baby Let's Go
Downtown/ 06.- Mellow My Mind/ 07.- Roll Another Number (For the Road)/ 08.-
Albuquerque/ 09.- New Mama/ 10.- Lookout Joe/ 11.- Tired Eyes/ 12.- Tonight's
the Night—Part II.
Es un disco
imperfectamente bello que puede desarmar el alma de cualquier mortal, puede
hacernos recordar el dolor y la tristeza que hemos sufrido al perder a un ser
querido pero a su vez es infinitamente reconfortante. Es un bálsamo para el
corazón, y Neil está como nunca y como siempre, pero parece que ese grito de
deseperación, ese lamento profundo, ese dolor indescriptible le va como anillo
al dedo a su particular voz. Las primeras notas entran con cierta timidez, con
cierto respeto, y la voz de Young te pone los pelos de punta, si no es así,
seguramente eres tú el que estás muerto. “Tonight's the night” siempre me ha
parecido una de sus mejores composiciones, tiene eso, que se tiene o no se
tiene, tiene el mojo, la magia, eso inexplicable, eso que sólo saben hacer los
genios. Y claro, Young lo es. El piano coge protagonismo en la bluesy “Speaking
out”, espectacular como ella sola, cálida y reconfortante. Sigue con la
magnífica “World on a string” con un extraño ritmo alucinógeno, una guitarra
nerviosa y una letra de esas que le hacen pensar a un servidor. No me quiero
hacer pesado pero el disco no tiene ni un segundo malo, eso sí, no esperéis que
os enganche a la primera escucha, el disco y sus canciones requieren de tiempo,
poco a poco se hacen contigo y si por un casual tienes el corazón roto, pues
entonces has dado con tu disco. Es difícil explicarlo, casi imposible, por eso
me limito a deciros que os pongáis “Borrowed tune”. Eso define muy bien ese
estado en el que “Tonight's the night” puede ser considerado su mejor trabajo.
Y al disco, a este increíble disco aún le falta por mostrarnos todo un arsenal
de canciones maravillosas, tristes pero maravillosas. “Roll another number”,
“Alburquerque” y “Tired eye” son tres composiciones indispensables en la
carrera de Young y esa “Come on baby let's go down town” junto a Danny Whitten
es uno de los grandes momentos del disco. Absolutamente genial, muy Buffalo
Springfield eso sí, mágica... Una de mis favoritas. Ya digo, depende del estado
de ánimo uno puede poner a “Tonight's the night” como el mejor disco de Young,
si no, al menos entre los cinco primeros está y desde luego es un gran clásico,
un gran clásico nikochiano.
Entre sus grandes obras, por supuesto.
ResponderEliminarUn saludo, Niko.
Muy de acuerdo con lo que dice Niko. Para servidor, "Tonight´s The Night", a parte de una obra maestra del canadiense, es el disco más Crazy Horse de la banda junto a Neil. La presencia de Danny Whitten era fundamental. Me gustan más los primeros Crazy que los de Poncho Sampedro, sin desmerecer.
ResponderEliminarCoincido también en que "After The Gold Rush" es el mejor de los álbumes de Neil, y "Southern Man" su mejor canción.
Saludos,
JdG
Nikochan, Tonight´s The Night es apabullante. Obra magna de la desesperacion. Neil en su momento mas crudo. Maravilloso.
ResponderEliminarNo lo he oido nunca, pero al parecer son el momento y la coyntura apropiados. Buenas noches Niko!
ResponderEliminarEstoy en una etapa muy Neil, y de Weld, he pasado a engatillar la llamada trilogía maldita, un nombre que no me gusta nada. Estoy encasquilletado en On The Beach, y precisamente en el post que había empezado a escribir y que nunca termino, hablaba precisamente de la inutilidad de hablar del mejor disco de Neil Young, no hay mejor disco de Neil Young, sería imposible darle el premio a alguno de ellos. grandísima reseña de un gran disco. Saludos nikochiano
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