Corazones de oro

De camino ayer a casa desde Blanes y sin mis niñas, pues debo ser el único habitante del planeta que no hace puente, comenzaba a darle vueltas al coco cuando paré a repostar gasolina. De vuelta al coche decidí ponerme algo de música para darle esquinazo a esos pensamientos que me tienen en vela toda esta semana. Rebusqué por la guantera, y ya que estoy enfrascado en la deliciosa lectura de la última autobiografía de Tito Neil me decidí por una compilación casera de su música que me preparé para el viaje al RustFest de Frías el año pasado. El recopilatorio navega por sus exitosas canciones acústicas, lo cual me iba como anillo al dedo pues necesitaba esas tonadillas bonicas del to de esas que dan calor a nuestros corazones. Cuando sonaron los primeros acordes de “Heart of Gold” se me pusieron los pelos de punta, me tocó la emoción y los recuerdos, y claro, me entristecí un algo. Me vino Frías a la cabeza, me vino esa experiencia enriquecedora para el alma, me vino el imponente castillo, me vino toda esa maravillosa gente a la que conocí, gente con un corazón de oro. Me entristecí al pensar que este año no habrá reunión y pensé que había que hacer algo (tal vez una reunión Kinky en BCN??? pondré a mi hermano manos a la obra!!!). Alguna excusa hay que buscarse. Lo vivido allí fue mágico y me vinieron y acompañaron durante todo el viaje a casa esos recuerdos, de conversaciones y sensaciones, de bienestar, de calidez, de paz y amor. Y me sentí feliz. Antes de abandonar el coche, busqué de nuevo “Heart of Gold”, y la volví a escuchar. Mágica.